Mérida, Yuc

. --Y cuando por fin inicia su campaña presidencial, a las 11:30 horas, José Antonio Meade Kuribreña, rompe el molde político priista, al decir al público: "Felices Pascuas" y, luego, en el punto culminante de su mensaje --ahora sí ha pedido, "voten por mí"--, jala a la gente con la firmeza que expresa: "Voy a ser el primer Presidente sin fuero". Con eso levanta una aclamación, que es mezcla de gritos, aplausos, porras, tambores de batucada, y quizá ya así, aquí, empieza a sentirse candidato.

Día uno. Y van a seguir 87 jornadas más de campaña presidencial de un PRI en aprietos, que aunque está en el poder anda volando bajo. El escudo del partidazo de otras épocas, en el templete de Meade ha quedado chiquititito, junto con los emblemas de sus aliados, el PVEM y Nueva Alianza.

En seis muy grandes pantallas se verá el rostro del candidato, de expresión transparente, tranquila. Meade Kuribreña ha de hablar durante 23 minutos, cargados de compromiso que suenan en los oídos de las mujeres, ancianos, jóvenes.

Pero cuando baje de ese templete donde tiene de fondo una gama de personas, emprenderá ese quehacer de todo candidato presidencial que de veras busque el cargo: Va a saludar a la gente, mirará los rostros dulces de mujeres que se han pintado de rojo los labios y han vestido ternos y blusas típicas, y que lo tratarán con lujo de cortesías.

El estudiante de Yale, del ITAM, les corresponderá con besos y con tiempo. Meade Kuribreña, que estuvo en el micrófono 23 minutos, recorrerá casi 100 metros de valla, en 50 minutos, y se dejará abrazar y envolverá en sus brazos a yucatecas priistas, tan de hueso colorado, como los hombres jóvenes y viejos que han venido a oír a un candidato que apenas saben algo de él.

Paso a paso, con el candidato presidencial avanza su esposa, Juana Cuevas Rodríguez, y al verla en las pantallas cuando entran al salón Chi-Chen-Itzá, del Centro de Convenciones Siglo XXI, se levanta voces de quienes colman el lugar y la reconocen.

A dúo, Meade y Cuevas, interactúan con estos miles de priistas, el voto duro de carne y hueso, pero críticos del momento.

"Puede haber voto de castigo", dice un maestro, que entristece al ver pelotones de mujeres sencillas de las poblaciones de Yucatán, que esperan su turno de acceso al gran recinto, donde se colocaron seis mil sillas y cinco gradas, y donde los presentes tendrán sombra y aire acondicionado, mientras afuera, los 30 grados centígrados hornean el día.

En las primeras filas, la clase política: Emilio Gamboa patrón, Jorge Carlos Ramírez Marín, Angélica Araujo, Estela Flores Escalera, Ana Lilia Herrera Anzaldo, Mariana Benitez, Dulce María Sauri. Desde Luego el gobernador Rolando Zapata Bello, el candidato a sucederlo, Mauricio Sahui Rivero, quien tenía la porra más sonora preparada para su ex jefe.

Priistas adultos mayores, gremios de la estructura priista, vienen a conocer al candidato, en el evento de arranque; están los que pueden trabajar casa por casa porque Meade Kuribreña gane votos el 1 de julio. La Escuela Estatal de Cuadros está presente, sin ruido.

Después de la comida con la crema y nata yucateca, José Antonio Meade Kuribreña tocará base, nada menos que en el Centro Libanés, la casa de una comunidad con la que tiene conexiones por sus ancestros de la rama materna.

El fundador del PRI (primero PNR), Plutarco Elías Calles, es un sonorense revolucionario y Presidente de la República, con padres libaneses. En esa línea se ubica Meade Kuribreña, con opción de transformar al partido político, del que no es miembro, pero su padre, don Dionisio Meade, sí. En su día, Adolfo López Mateos, dijo: "El que no tenga un amigo libanés, que lo busque", y sus palabras son veneradas.

Han venido con el candidato su coordinador de campaña, Aurelio Nuño, el presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza; los líderes del PVEM, el senador Carlos Alberto Puente Salas, y de Nueva Alianza, Luis Castro Obregón; la secretaria general, Claudia Ruiz Massieu; el vice coordinador Eruviel Ávila, la coordinadora regional, Beatriz Paredes. Y el que organizó a la gran mayoría de los presentes, el candidato a alcalde, Víctor Caballero, levanta la aclamación por todos los demás.

El atril del orador tiene un mensaje: "#avanzarcontigo", que es el nombre de un programa que lanza aquí el candidato, a quien llaman "¡Pepe, Pepe, Presidente!", y que tardará un rato en aparecer en las pantallas, mientras habla, y sigue con su modo populachero de comunicarse: "Aquí estamos los meros meros" Y salpica el discurso con preguntas de simple, evidente "sí" de respuesta, de la multitud que se muestra complaciente.

"¡Vamos a ganar!", le dice al público, y de las primeras filas surge la respuesta, con gente de pie y brazo derecho alzado, puño cerrado, que golpea el aire. "¡Vamos a ganar!", le responde el respetable.

Encuentra su sendero a seguir, cuando dice: "Mi mayor fortuna es haberme casado con Juana". Y desató una aclamación sonora, y la gratitud de su esposa. "Eso la mató, la mató", interpreta alguien entre la gente.

Y al irse juntos a la valla de salida, Juana Cuevas Rodríguez, a dos manos saluda, recibe parabienes, pesca adeptos en la red de su sonrisa. Una madre envía a su bebé a los brazos del candidato y fotografiado lo devuelven, y las que son madres aplauden alucinadas.

"¡Vamos con todo! ¡Todos con México! ¡Unidos vamos a ganar!", grita, arenga Meade. El chico de Yale quedó atrás. Día uno.

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