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Ante la plana priísta, como hace 24 años lo hizo Luis Donaldo Colosio, José Antonio Meade Kuribreña, lanzó un discurso alentador para el PRI que enmarca el inicio de la batalla electoral que se avecina para las elecciones del 1 de julio.

El escenario no fue el mismo que en 1994. En lugar del Monumento a la Revolución, Meade rememoró las palabras del entonces candidato presidencial en la sede nacional del PRI, donde encabezó el 89 aniversario del priísmo en México.

Allí, tras el cantar de mariachis, comenzaron a llegar personajes de peso en el partido. En primera fila se sentaron secretarios de Estado, operadores, ex líderes del tricolor, líderes sindicales, personajes históricos del partido como Humberto Roque Villanueva, creador de la roqueseñal.

De frente al estrado también estaba su padre Dionisio y su esposa Juana Cuevas, arropados por los principales operadores de la campaña Aurelio Nuño Mayer, Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Enrique Ochoa Reza y Claudia Ruiz Massieu. Pero como invitados especiales, Meade prefirió a un grupo de diversas comunidades indígenas del país, que en la grada principal sostenían pancartas con el hashtag #YoMero y banderas del partido tricolor.

La militancia esperaba a su abanderado a la presidencia, José Antonio Meade, quien entró de la mano de su esposa Juana Cuevas por un costado, saludando y tomando selfies con quienes ya lo han hecho suyo, pero que no hicieron el intento de arremolinarse para abrazarlo.

En un discurso que duró 27 minutos, ante llamados al PRI —sin ser priísta— para hacer equipo y ganar las presidenciales, el creador del #YoMero retomó dos frases de Luis Donaldo Colosio, la primera y más recordada de 1994, días antes de que el ex candidato fuera asesinado: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia”; mientras que la segunda resaltó los errores que se han cometido.

Sin embargo, el rojo brillante que en otros años inundaba la sede nacional del PRI durante su cumpleaños, lució apagado al festejar su aniversario número 89. Esta vez las matracas y los tambores fueron los grandes ausentes. Con el desangelado festejo pareció que a los tricolores les han caído de peso estos casi 90 años de vida.

Gritos de cetemistas, cenopistas y cenecistas no fueron suficientes para avivar el festejo organizado en el estacionamiento de la sede nacional del PRI, que apenas abarcó la mitad del lugar.

Al iniciar su discurso, como orador único, Meade fue víctima de fallas técnicas. El micrófono dejó de funcionar, pero recompuso, se salió del discurso del teleprónter y bromeó: “conmemoramos a los del audio, ya ven, pensaban que la parte difícil era hacer el discurso, pero no”.

Calificó este festejo como la antesala para la gran victoria electoral. Más tarde, el coordinador de diputados del PRI, César Camacho, aseguraba que la elección no será un día de campo, pero que están listos para dar la batalla. Y así, en un festejo de poco más de una hora, los priístas de base y líderes se fueron con un llamado a dar la batalla de sus vidas en la elección del 1 de julio.

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