Sanar la herida que provocaron las semifinales contra los Tigres es la urgencia real para Nicolás Larcamón. El Cruz Azul llegó a Qatar cargando ese trago amargo, pero también con una oportunidad para modificar la narrativa. La Copa Intercontinental ofrece borrón, cuenta nueva y un rival diseñado para medir el carácter: El Flamengo.

El duelo en el estadio Áhmad bin Ali pondrá a prueba la capacidad de La Máquina para reinventarse. El discurso estriba en dar la cara y evitar un capítulo que duela más.

Larcamón lo entendió desde que el equipo aterrizó en Doha. Ajustó cargas, ritmo y adaptación al clima, con una alta exigencia. Iván Alonso, director deportivo celeste, lo contrató para competir sin excusas, para dejar huella internacional.

“No es salvar el semestre, es capitalizar una gran oportunidad... Es un privilegio representar al Cruz Azul en un torneo de tal magnitud”, declaró el entrenador argentino. “Que la afición sepa que queremos trascender, por medio de la identidad que hemos construido”.

La Copa Intercontinental ofrece una ruta tentadora. Si el Cruz Azul vence al Fla, jugará el sábado contra el Pyramids FC, de Egipto. El ganador de ese duelo chocará con el Paris Saint-Germain, en la final del 17. Una agenda apretada, pero histórica, que podría marcar la etapa de Larcamón... Para bien o mal.

El Flamengo, en cambio, llega como un tren encarrilado, luego de salir campeón de la Copa Libertadores, con un técnico debutante convertido en fenómeno y una plantilla que recuperó la mística de sus mejores años.

Filipe Luís ha firmado un ciclo casi perfecto, con cinco títulos. Tiene 55 triunfos en 85 partidos.

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