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El autorretrato del pintor Germán Venegas que da pie a la muestra Todo lo otro, que exhibe alrededor de 350 piezas suyas en el Museo Tamayo, es enigmático. Su título es Autorretrato 16, y en él aparece Venegas rodeado de esqueletos desdibujados, observando al espectador y con el pincel en lo alto.
Esa pintura, cuenta Venegas, simboliza una búsqueda de sí mismo al reflexionar sobre la muerte. “Está basada en una práctica budista en la que los maestros mandaban a los monjes a un lugar de la montaña donde había cadáveres devorados por animales salvajes. Los mandaban a ese entorno de hedor, de descomposición del cuerpo, para que meditaran sobre su propia muerte, en busca de trascender el ego”.
Germán Venegas es un artista interesado en el periodo prehispánico y es adepto del budismo zen. Combina estos elementos en su obra, buscando las similitudes: “Hago un planteamiento desde tres visiones distintas, con un punto en común: el arte oriental, occidental y prehispánico, pero lo que permea todo esto es el trabajo de interiorizar”, afirma el pintor.
Es artesano desde los 14 años. Entonces adquirió el hábito de trabajar ocho horas diarias y así ha mantenido su rutina: “Desde que inicié mi trabajo y hasta la actualidad tengo ese horario. Lo aprendí desde que esto se volvió mi oficio”. La disciplina ha sido su fórmula para producir más de 350 piezas en los últimos 23 años.
En su trayectoria, Germán Venegas ha discurrido entre la pintura, la escultura, el dibujo y el tallado de madera. Cuando descubrió el zen, esa práctica empezó a abarcar todos los aspectos de su vida y su trabajo: “Estudié minuciosamente los procesos de los grandes maestros de la pintura, como Rembrandt y Leonardo da Vinci. Luego usé ese arte y lo hice mío. Entonces hubo un cambio drástico, porque a pesar de mis logros personales había algo que no estaba entendiendo. En ese momento me encontré con la práctica zen y me di cuenta que por ahí estaban las respuestas que antes no había encontrado”.
Los cuadros y esculturas del pintor son peculiares: predominan los personajes prehispánicos, las figuras talladas en madera con rasgos rudimentarios, los trazos nítidos que se vuelven difusos; los colores vivos y la tinta negra que se intensifica al delinear cabezas olmecas y templos.
Su obra, que varía de lo concreto a lo abstracto, ha cambiado según los aprendizajes adquiridos. “Durante muchos años me apoyé más en la figuración, era mucho más narrativo, pero con el tiempo mi trabajo se ha vuelto más interpretado y ha sucumbido a esta noción de lo que es reconocible hacia lo desconocido, es decir, hacia las formas más abstractas”, concluye Venegas, quien inaugura hoy la muestra Todo lo otro, a las 19:30 horas en el Museo Tamayo.
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