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El movimiento #MetooMX, con sus diferentes ramificaciones, que ha denunciado acoso y abuso sexual en ámbitos como el literario, musical, académico y teatral —que surgió en redes sociales hace un par de semanas—, sigue en el debate público y ha generado reacciones colectivas y organizadas como la creación de un nuevo movimiento titulado #MujeresJuntasMarabunta, impulsado por escritoras, académicas, editoras y gestoras, con el que establecen que la violencia contra las mujeres “no es un hecho aislado sino sistemático que se reproduce a causa de la impunidad” y hoy, se lee en una carta que comenzó a circular ayer en Twitter y Facebook, se ha “roto” el silencio y buscan, sobre todo, impulsar un “cambio estructural”.

Asimismo, en una primera etapa, dan a conocer 10 exigencias entre las que destacan que los espacios públicos hagan un compromiso para revertir las “violencias machistas”, que se haga efectiva la instrumentación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en el sector cultural y la alternancia en los puestos de toma de decisión, entre otros.

Este documento ha sido compartido por escritoras como Guadalupe Nettel, Vivian Abenshushan, Aleida Salazar, Selva Hernández, Carla Faesler, entre muchas otras.

Además, creadoras como Lorena Wolffer, Mónica Nepote, Mónica Mayer, Sandra Amelia, entre otras, dieron a conocer una alianza llamada #SomosJuntas, conformada por artistas, académicas, gestoras, curadoras, escritoras y abogadas feministas, quienes llamaron a la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, a dar cumplimiento a un pacto realizado en el periodo de transición, para crear la Dirección General de Igualdad de Género, con la que se busca garantizar la institucionalización transversal de la perspectiva de género en todo el quehacer de la dependencia federal. Además hicieron un llamado a la funcionaria federal para que promueva una investigación de las denuncias que señalan a personas que ocupen un cargo público, en el marco de leyes como la Federal del Trabajo y el Código de Ética de los Servidores Públicos del gobierno federal.

Ayer también se dio a conocer una tercera carta, firmada por académicas, expertas en derechos humanos y violencia de género, en la que establecen, entre otras cosas, que la presunción de inocencia va acompañada de la presunción de buena fe de la víctima, tal como se establece en la Ley General de Víctimas, y que el Estado “está cometiendo una grave omisión al no investigar los hechos que están siendo denunciados”.

En las redes sociales también se ha mantenido el debate sobre el rumbo que debe tomar el movimiento, especialmente a partir del suicidio del músico y escritor Armando Vega Gil, cuyo nombre apareció en una de las denuncias anónimas que se han publicado en las distintas cuentas.

En entrevista, la poeta María Rivera aseguró que con la muerte de Vega Gil, “murió el movimiento Metoo mexicano en los términos en los que nació”.

“Este movimiento no empoderó a ninguna mujer para contar su historia, porque implementaron el sistema de la denuncia anónima. Además, el centro del Metoo mexicano no es la experiencia de las mujeres, sino de los varones, los denunciados”, dijo en entrevista.

Cuestionó que se hayan mezclado las denuncias de acoso sexual con violencia y malos tratos en relaciones de pareja. “Empezaron a publicar indiscriminadamente cualquier tipo de denuncia anónima, denuncias que, desde mi punto de vista, buscaron dañar la imagen de los hombres denunciados, no se buscó justicia o reparación del daño, sino escarnio social”, indicó.

La poeta añadió que México “es un país terriblemente misógino”. “Se tiene que hablar de la violencia estructural, desde otro lugar”.

Lucía Núñez, feminista, doctora en Ciencias Sociales, criminóloga crítica y abogada, explicó que este movimiento ha visibilizado una problemática social y ha puesto sobre la mesa una discusión urgente y necesaria. “Lo que ahora necesitamos es que podamos generar transformaciones. Es lamentable la muerte de Vega Gil, y nos obliga a reflexionar sobre la estrategia que se ha tomado y pensar en hacia dónde vamos. Hay una polarización en el debate, especialmente en lo que tiene que ver con el anonimato, pero tenemos que pensar en las repercusiones que hay cuando se denuncia. En medio del debate, debemos pedir que el Estado deje de guardar silencio. El gobierno no ha asumido su papel para plantear soluciones”, dijo.

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