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El pasado 2 de agosto el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, publicó diversos tuits para explicar qué tipo de actividad y qué recintos ya estarían en condiciones de reabrir con aforo reducido, a partir de esta semana. La indicación es que cines, teatros, museos y eventos culturales que cuenten con 500 localidades ya pueden retomar actividades con el 25% del aforo. Sin embargo, el anuncio, nos cuentan, ha sido confuso entre la comunidad cultural. En Ciudad de México, por ejemplo, los recintos con esa característica son el Teatro de la Ciudad, Teatro de las Artes, Julio Castillo, el Teatro Hidalgo, es decir, son recintos que dependen de la Secretaría de Cultura local, Secretaría de Cultura Federal, INBAL e IMSS, respectivamente; hay otros privados, como el Teatro Telcel, y ya. Sin embargo, las autoridades culturales han hecho mutis y entre los teatreros se cuenta que al menos los del INBAL no tienen planeado abrir hasta octubre. Es probable, porque, además, ya se anunció que los empleados de la administración pública volverán a trabajar de manera presencial hasta octubre. Y mientras los recintos públicos no pueden o no quieren o no los dejan, los independientes, cuyo aforo va de los 150 a los 350, se muerden las uñas. No pueden más, dicen, cada día es un paso más a la quiebra y un paso menos para animar al público a volver. “El público puede muy fácilmente prescindir del teatro”, dijo hace unos días Lourdes Pérez Gay. Ese es el otro gran temor. ¿Qué le impide al INBAL empezar a desahogar carteleras? ¿Es el miedo o la poca creatividad o los conflictos sindicales lo que le impide empezar a moverse hacia la nueva normalidad? La salud y la responsabilidad social son prioritarios, por supuesto, pero entonces ¿cómo empezar? Por cierto, los museos ya podrán abrir sus puertas desde esta semana, pocos lo harán, los federales, no, pues no hay condiciones, dicen.
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