La conformación de un nuevo sistema no se dio de forma inmediata tras la . Se conformaron instituciones que trabajaban por la evangelización y para enviar tributos o impuestos a la corona española y fue hasta 1528 que se conformó la Primera Real Audiencia de México y hasta 1535 se nombró al primer virrey de la Nueva España. A la par de esos hechos surgieron diferentes debates “de corte intelectual”, en los que se cuestionó la forma en que se había realizado la Conquista, y reflexionó sobre el papel de los indígenas.

El 13 de agosto de 1521, la ciudad de no soportó el embate de los españoles y pueblos indígenas aliados. Tras ese suceso, diferentes investigadores han documentado que el territorio quedó inhabitable y comenzó un proceso de trabajos de trazado, limpieza y construcción de la nueva ciudad.

Fue hasta el 9 de diciembre de 1528 que se estableció la Primera Real Audiencia de México, encabezada por Nuño de Guzmán, y hasta 1535 el primer Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza.

En esos debates se reflexionó sobre el valor de los indígenas, si la guerra había sido injusta o no, el papel que los indígenas habrían de jugar en el nuevo orden, el cómo se debía organizar la monarquía, el papel que debían tener los habitantes descendientes de españoles nacidos en América, entre otros temas.

“En este debate hubo quien defendió a ultranza el proyecto de la monarquía como justo, necesario, resultado de la voluntad divina o como un proyecto de civilización”, dice Quijano. Algunos de los exponentes de estas corrientes fueron Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Cortés o Fray Toribio Paredes, más conocido como Motolinia.

“Bartolomé y Alonso basaron su defensa de los pueblos indígenas en argumentos... (como que) la imposición del nuevo régimen colonial de incorporar las tierras a la monarquía española se hizo sin su consentimiento” Francisco Quijano, historiador

Sin embargo, hubieron otras posturas que fueron elaboradas por Juan Zapata y Sandoval, Bartolomé de las Casas, creador de los documentos Los Tesoros del Perú, Tratado de las doce dudas y De regia potestate; así como Alonso de la Veracruz, autor de De dominio infidelium et iusto bello (Sobre el dominio de los infieles y la guerra justa), un tratado que no llegó a la imprenta pero en el que “hace una defensa de que los pueblos indígenas tenían legítimo dominio, entendido como derecho de propiedad sobre sus tierras”.

“Bartolomé y Alonso basaron su defensa de los pueblos indígenas y su crítica a la Conquista en argumentos que yo llamo ‘republicanos’ porque reconocían, por ejemplo, que los pueblos indígenas eran libres, que tenían la ‘autodeterminación’ y que la imposición del nuevo régimen colonial de incorporar las tierras a la monarquía española se hizo sin su consentimiento. Además de que en el nuevo orden, los gobernantes indígenas estaban siendo desplazados sin su consentimiento ni el de sus gobernados”, sostiene el investigador.

“Es necesario reconocer la diversidad de todos los actores, es lo que tendríamos que hacer los historiadores al explicar procesos, más que establecer bandos”

“Es necesario reconocer la diversidad de todos los actores, es lo que tendríamos que hacer los historiadores al explicar procesos, más que establecer bandos y juzgar de buenos y malos, porque al hacer es tipo de simplificaciones se dejan fuera a ciertos actores. Desde el siglo XVI hubo ideas muy radicales, entonces pensar y discutir ese proceso (la Conquista) como algo en términos éticos no es anacrónico”.

El investigador enfatiza que es necesario considerar que Juan Zapata y Sandoval, Bartolomé de las Casas y Alonso de la Veracruz, brindaron ciertas formas de pensar; sin embargo, también es preciso considerar a la Conquista en términos generales.

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Régimen político

Mientras se daban ese tipo de discusiones, en los primeros momentos de la Nueva España se estableció un régimen que los historiadores han denominado “plurijurisdiccional”.

En aquel momento, lo que sí hizo la corona española fue implementar las “capitulaciones o instrucciones. Es decir, hicieron 'contratos' —hoy contratos públicos privados— con los conquistadores y pobladores, para que los privados hicieran  expediciones, el rey las reconociera y después les diera mercedes (títulos o encomiendas). La corona se va a expandir sin seguir un proyecto ya preestablecido. Una vez que se establece, a la corona le van a interesar dos cosas: Evangelizar y recibir recursos, es decir, llevar a través de impuestos o tributos recursos a Europa; hay que recordar que entonces la corona española estaba en constantes guerras y América va a ser lugar de extracción”.


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