Machu Pichu
Los incas fueron una de las grandes civilizaciones del mundo precolombino. Foto: Getty vía BBC 

De los incas tenemos gran evidencia de lo que fue su imponente paso por la Tierra.

Sabemos de su cultura, sus templos y sus valiosos avances en áreas como la agricultura, la arquitectura y la ingeniería.

Sin embargo, sabemos mucho menos de la información genética que corría por su ADN.

Ahora, una nueva investigación que se ha presentado como el primer estudio a gran escala del genoma antiguo de quienes habitaron los Andes, revela valiosas pistas sobre los incas y otras civilizaciones de la región.

El estudio muestra los movimientos, la distribución geográfica y los intercambios culturales de pueblos precolombinos que vivieron hasta hace 9 mil años.

Esqueleto
Los investigadores analizaron restos de personas que vivieron incluso hasta hace 9 mil años. Foto: Gustavo Politis

¿En qué consistió?

Un equipo de científicos de 8 países, entre ellos Bolivia, Argentina, Chile y Perú, secuenciaron el material genético de 89 esqueletos de personas que vivieron en la región central de los Andes entre hace 500 y 9 mil años.

El análisis incluyó el genoma de varias civilizaciones que precedieron a los incas y de las que hasta ahora no había información genética, como la tiwanaku en la cuenca de lago Titicaca; la wari, en el centro y sur de Perú; y la moche, en el norte de Perú.

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Luego, tomaron esa información genética y la compararon con personas que habitan hoy la región para observar los cambios a través del tiempo y comprender cómo interactuaron los pobladores de diferentes culturas y regiones.

¿Qué encontraron?

El análisis mostró que las poblaciones que vivían en el altiplano eran genéticamente diferentes a quienes vivían en la costa pacífica.

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El estudio reveló diferencias genéticas entre las distitnas regiones del imperio Inca. Foto: Guido Valverde 

Estas diferencias eran mayormente a nivel de código genético, aunque posiblemente también se podía ver reflejada en el fenotipo, según le explica a BBC Mundo Nathan Nakatsuka, biólogo y genetista del laboratorio David Reich de la Universidad de Harvard y autor principal del estudio.

La comparación con los genes de los habitantes actuales mostró que esas diferencias genéticas han persistido hasta nuestros días y no se destruyó por completo con la llegada de los españoles, según explica Nakatsuka.


El mapa genómico que armaron también muestra que esta estructura genética comenzó a desarrollarse hace unos 5 mil 800 años, seguido de un intercambio genético debido a migraciones entre las regiones del norte y el sur, y entre el altiplano y la costa.

Machu Pichu
El imperio Inca perduró durante 100 años. Foto: Getty vía BBC

Uno de los hallazgos sorprendentes, por ejemplo, fue haber encontrado huellas genéticas de una población de Cusco, en Perú, en un sacrificio de niños en lo que hoy es el sur de Argentina.

“Fue interesante descubrir signos de movilidad de largo alcance durante el período inca”, dijo en un comunicado el profesor Bastien Llamas, del Centro de ADN antiguo de la Universidad Adelaida de Australia y parte del equipo de investigación.

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“La arqueología muestra que los incas ocuparon miles de kilómetros desde Ecuador hasta el norte de Chile, razón por la cual cuando llegaron los europeos descubrieron un gran imperio, pero encontramos estrechas relaciones genéticas entre individuos en los extremos del imperio", dice Llamas.

Más adelante, hace unos 2 mil años, ese intercambio genético se frenó, a pesar de que personas de distintos orígenes vivían como vecinos en metrópolis inca o tiwanaku, que, salvando las distancias, podría ser el equivalente al ambiente cosmopolita que se vive hoy en ciudades como Nueva York.

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El estudio del genoma genera nuevas preguntas sobre las civilizaciones precolombinas. Foto: Getty vía BBC

Nuevas preguntas

Estos hallazgos, a su vez, sirven de base para comenzar a responder más preguntas sobre la información genética de las civilizaciones precolombinas.

Nakatsuka menciona, por ejemplo, que el estudio es útil para comenzar a entender mejor qué motivó los movimientos y las migraciones de estas culturas a lo largo del territorio.

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También abre la puerta para saber si había una diferencia en la cantidad de hombres y mujeres que se trasladaban de un lugar a otro; o si se puede detectar alguna diferencia genética asociada a cómo estas culturas se dividían en clases sociales.

La investigación también ayuda a nutrir la información genética que se tiene sobre los antiguos habitantes de América, ya que hasta ahora los mapas genómicos más importantes se han hecho principalmente en Eurasia.



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