Más de la mitad de los edificios que se cayeron en el sismo del 19 de septiembre pasado tenían debilidad en su planta baja porque ahí se privilegiaron los espacios para estacionamiento o comercios. El 98% de las estructuras de habitación en México son de autoconstrucción. Una hora y media después del terremoto del 7 de septiembre, en Ixtaltepec, Oaxaca, entraron máquinas a demoler sin dictaminación.

Estas ideas fueron algunas de las muchas que se oyeron ayer en el MUAC donde se llevó a cabo, a un mes del terremoto del 19 de septiembre, la mesa “Arquitectura y desastre. Autopsia urbana y logística ciudadana tras el 19S”. El encuentro, donde participaron arquitectos, un ingeniero y grupos de ciudadanos que tras el sismo trabajaron en redes y organización social en la Ciudad de México, fue realizado por el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

Fue un encuentro que a lo largo del día dio seguimiento a inquietudes desde diversas disciplinas, que evaluó acciones de los gobiernos, que hizo público el trabajo que arquitectos llevan a cabo en comunidades de Oaxaca y Morelos, y que planteó algunas iniciativas y debates sobre la reconstrucción.

El encuentro abrió con una conferencia del ingeniero Eduardo Reinoso, del Sismológico Nacional e Ingeniería UNAM, quien cuestionó que nos preocupen más los temblores que los edificios: “Hay un refrán viejísimo que dice: 'Los temblores no matan, pero los edificios sí'. Parecería que es algo muy obvio pero en nuestra vida diaria no es tan obvio. La gente me dice que que cuándo va a ser el siguiente temblor, que si las placas, que si es trepidatorio… A ver: va a seguir temblando, va a haber temblores muy fuertes. No sabemos cuándo, no hay manera de saberlo, pero perdamos el miedo no preocupándonos por los temblores sino por el edificio donde vivo, el lugar donde estudio o donde trabajo. Se siente muy feo, pero si el edificio es seguro, para qué me da miedo”.

Al referirse a qué hace seguro o no un edificio, el ingeniero Reinoso apuntó un tema clave: “después de 1985 para acá ha sido escandalosa la construcción de edificios con muchos espacios en la planta baja porque para algunos arquitectos le quita funcionalidad si le meten muchos muros. El arquitecto prefiere espacios amplios para estacionamientos, para comercios. Para resistir temblores, no conviene que haya esto en las plantas bajas. Más de la mitad de los edificios que se cayeron tenía este problema. Hay miles que quedan así, y es un problema mundial.

“Antes los edificios tenían muros de piso a techo y columnas; si por algunos arquitectos fuera no habría ni columnas.Vemos edificios de los que decimos: 'Ese va a caer en el siguiente temblor, le quitaron toda la resistencia en la planta baja y eso es lo que se necesita'”, alertó el ingeniero Reinoso.

En la mesa “Reconstruir ¿cómo y para qué?”, participaron Isadora Hastings, de Cooperación Comunitaria; Gabriela Carrillo, de Taller de Arquitectura, y Arturo Ortiz, Taller Territorial.

Hastings, quien con Cooperación Comunitaria ha trabajo en reconstrucción de viviendas marginadas en Puebla y Veracruz, se refirió a la situación de las comunidades en el Istmo de Tehuantepec y ejemplificó con el caso de Ixtaltepec donde las máquinas arrasaron de inmediato con viviendas sin que se estableciera un dictamen o se diera oportunidad de ver qué era reutilizable para ahorrar, tanto en la reconstrucción como en el desecho que afecta el medio ambiente.

“Reconstruir es un proceso a largo plazo, de largo tiempo. Si no es así, el proceso social se atropella. La vivienda istmeña es tradicional. Hay una defensa de ello. Aunque en algunos casos hubo daños parciales, se derribaron viviendas”. Mencionó que hay una gran gama de actores y propuestas por viviendas homogéneas que no toman en cuenta la cultura, el clima, la geografía del lugar.

Gabriela Carrillo se refirió el trabajo realizado por Taller de Arquitectura en Morelos, donde se crearon brigadas para el levantamiento de estructura patrimonial. En ese estado, por ejemplo, de 400 lugares de culto, 300 sufrieron daños, pero además, se refirió al caso de viviendas protegidas patrimoniales.

“Ha sido un mes de trabajo de manera cercana y el escenario es: acciones inmediatas, máquinas que entraron a muros de seis metros de adobe de más de un metro de ancho con la idea de decir: 'Afuera todo, y después esperemos que llegue el FONDEN y te dé una lanita'. Encontramos más de 100 familias con casas patrimoniales peleando para que se demolieran sus viviendas. Escuchamos que decían: 'No queremos más vivir en una estructura de riesgo como ésta. Nuestro enemigo común es el INAH. No queremos que se pare por aquí. Tenemos el derecho de cerrarnos como pueblo y de no permitirles la entrada. Lo que exigimos es una estructura contemporánea de block que nos garantice la seguridad a nuestras familias'. Es un escenario de mucho dolor; uno de estos muros un día antes había matado a una persona”.

La arquitecta Gabriela Carrillo sentenció que en México “aprendimos a evacuar edificios, pero no a generar centros de acopio establecidos, centros emergencia que fueran centros comunitarios, ese desorden se vio”.

Opinó que no sólo es peligroso que el gobierno actúe con estas demoliciones sino que esté colocando en manos de la gente material para reconstruir su vivienda: “Uno de los problemas que conocemos del país es la autoconstrucción; 98% de las estructuras de habitación están hechas por la construcción asistida por un maestro de obras que ayuda a las familias. En la realidad lo que va a suceder es estas estructuras con otro sismo se van a caer de la misma manera porque no era importante que fuera de adobe; van a seguir siendo estructuras autoconstruidas con un material que sólo es bueno si está bien asistido en sus cimientos, en la continuidad del cálculo que debe tener”.

Carrillo se refirió a la propuesta que tienen como grupo, Reconstruir MX: “Es la asistencia de un grupo capacitado, interdisciplinario; podemos crear estructuras híbridas, brigadas, con una persona de acercamiento comunitario, un ingeniero, un maestro de obras experto en apuntalamiento, conectados con estructuras académicas de ingeniería y arquitectura. Si nos responsabilizamos de una comunidad no es maniatándolos. Se necesita contribuir a una reconstrucción más pausada, mucho más lenta, sí, pero con mayor inteligencia”.

Arturo Ortiz, de Taller Territorial, afirmó: “Se rompió el conocimiento sobre la producción tradicional de adobe, vemos no sólo un desastre por el sismo sino un desastre cultural. El sismo puso en evidencia que la cadena productiva cultural que transmitía el conocimiento constructivo fundamentado en el adobe, simplemente desapareció”.

Ortiz hizo un análisis de las acciones de gobierno: “Se blindó a las instituciones de tener un intercambio con la sociedad”, y agregó que hay que dar seguimiento a lo que viene: “Si vemos las fechas de entrega de dinero, el asunto para el gobierno se acabó en enero. Se está dosificando a través de tarjetas de Bansefi y tarjetas para comprar materiales de construcción, se van a dar paulatinamente durante cuatro meses; después para ellos, el asuntó quedó terminado”.

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