Hermann Hesse

fue un escritor y poeta alemán, aunque posteriormente decidió nacionalizarse suizo. Nació el 2 de julio de 1877 y murió el 9 de agosto de 1962.

Su obra literaria está compuesta por más de 40 libros publicados que le valieron el reconocimiento del Premio Nobel. Su obra más influyente es "Lobo estepario", 1927.

Hoy lo recordamos con cinco de sus poemas más memorables.

Un sueño

Salones que cruzamos con timidez,

un centenar de rostros que desconocemos…

Con lentitud, una tras otra,

las luces palidecen.

Allí cuando su brillo se hace gris

cuando se ciega con el atardecer,

un rostro me parece familiar,

la memoria del amor encuentra

conocidos los rostros

que antes fueron extraños.

Oigo nombres de padres,

hermanos, camaradas,

así como de héroes, de mujeres, poetas

que yo reverencié cuando muchacho.

Pero ninguno de ellos

me concede siquiera una mirada.

Como las llamas de una vela

se desvanecen en la nada

dejan en el entristecido corazón

sonidos de poemas olvidados,

oscuridad, lamentos

en torno de los días ya encauzados

en leyenda y en sueño

de una luz disfrutada alguna vez.

En la niebla

¡Qué extraño es vagar en la niebla!

En soledad piedras y sotos.

No ve el árbol los otros árboles.

Cada uno está solo.

Lleno estaba el mundo de amigos

cuando aún mi cielo era hermoso.

Al caer ahora la niebla

los ha borrado a todos.

¡Qué extraño es vagar en la niebla!

Ningún hombre conoce al otro.

Vida y soledad se confunden.

Cada uno está solo.

Esbozos

El viento del Otoño crepita frío entre los juncos secos,

envejecidos por el anochecer;

aleteando, las cornejas vuelan desde el sauce, tierra adentro.

Un viejo solitario se detiene un instante en una orilla,

siente el viento en sus cabellos, la noche y la nieve que se acercan,

desde la orilla en sombras mira la luz enfrente

donde entre nubes y lago la línea de la costa más lejana

todavía refulge en la cálida luz:

aúreo más allá, dichoso como el sueño y la poesía.

La mirada sostiene con firmeza en la fulgurante imagen,

piensa en la patria, recuerda sus buenos años,

ve palidecer el oro, lo ve extingirse,

se vuelve y, lentamente, se dirige

tierra adentro desde aquel sauce.

Noche del temprano estío

El cielo tormentoso,

y un tilo en el jardín,

en pie, tiembla.

Es tarde ya.

Un pálido relámpago

vemos en el estanque

permanecer, con ojos

grandes, humedecidos.

Las flores se mantienen

en tallo fluctuante

y afiladas guadañas

se acercan más y más.

El cielo tormentoso

trae un aire pesado.

Mi chica se estremece:

«¿Lo sientes tú también?»

Lobo estepario

Yo, lobo estepario, troto y troto,

la nieve cubre el mundo,

el cuervo aletea desde el abedul,

pero nunca una liebre, nunca un ciervo.

¡Amo tanto a los ciervos!

¡Ah, si encontrase alguno!

Lo apresaría entre mis dientes y mis patas,

eso es lo más hermoso que imagino.

Para los afectivos tendría buen corazón,

devoraría hasta el fondo de sus tiernos perniles,

bebería hasta hartarme de su sangre rojiza,

y luego aullaría toda la noche, solitario.

Hasta con una liebre me conformaría.

El sabor de su cálida carne es tan dulce de noche.

¿Acaso todo, todo lo que pueda alegrar

una pizca la vida está lejos de mí?

El pelo de mi cola tiene ya un color gris,

apenas puedo ver con cierta claridad,

y hace años que murió mi compañera.

Ahora troto y sueño con ciervos,

troto y sueño con liebres,

oigo soplar el viento en noches invernales,

calmo con nieve mi garganta ardiente,

llevo al diablo hasta mi pobre alma.

akc

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