" Neruda nació poeta. Hace 114 años, cuando en Parral un ferroviario una maestra de escuela lo engendraron". Con estas palabras comienza la carta El legado de Neruda , que la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Alejandra Pérez , escribió en homenaje al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), con motivo de un nuevo aniversario de su nacimiento.

El legado de Neruda

se publicó en las cartas al director de El Mercurio , y en el texto, la secretaria de Estado afirma que "a la hora de pensar políticas culturales no podemos no orientarnos hacia Neruda". A continuación puedes leer el texto completo.

El legado de Neruda

"Neruda nació poeta. Hace 114 años, cuando en Parral un ferroviario y una maestra de escuela lo engendraron, Chile era un país de historiadores. Al menos esa era la fama que nos precedía, un país que prefería los hechos a las metáforas, la crónica a la imaginación.

Pablo Neruda, cuando aún era Neftalí Reyes Basualto , pasaba sus tardes en Temuco con la directora del colegio de niñas de la misma ciudad, una tal Lucila Godoy Alcayaga . En esas tardes lluviosas de Temuco cambió para siempre la historia de Chile.

Lucila Godoy

se hizo a sí misma Gabriela Mistral , y Neftalí Reyes Basualto se convirtió en Pablo Neruda. No les bastó cambiarse de nombre a ellos mismos, sino que cambiaron el nombre de piedras, pájaros, ruinas y ciudades que no serán nunca lo mismo después de que nos enseñaran a nombrarlas. Entre las cosas que sus poesías crearon , está este país , que existe en la conciencia del mundo en gran parte porque sus versos lo recorrieron y reconstruyeron las 100 veces en que pareció estar en peligro .

Pablo Neruda empezó reinventando las más viejas de las pasiones: el amor

. A los 19 años, un desesperado verano de Puerto Saavedra redefinió la manera en que decimos y sentimos el amor. Luego vendría el dolor, la desesperación, la solidaridad, la justicia, la soledad, la risa y los caldillos de congrio. Ese hombre, en todos los sentidos enorme, penetró en la materia que cantaba para contarnos, en la piedra, el hombre que la talló, y en la madera, el fuego que la consumiría. Supo escribir sobre cualquier tema, y no dejó de preocuparse nunca del destino de sus compatriotas, para darles las herramientas más importantes de todas: palabras y versos con que nombrar su destino.

Pablo Neruda nos dio rebeldía y alegría

, una fiesta de palabras que en él se prolongaban en la comida, la bebida, la amistad, la complicidad más allá de las generaciones, con que siempre agasajó a quienes acudían a sus míticas casas de Isla Negra , La Chascona o La Sebastiana . Esas casas, visita obligada de cualquier turista, tuvieron un papel importante en la urgencia de establecer una institución cultural a la altura del legado de uno de los más grandes poetas del siglo XX.

Neruda es, en nuestra cultura, esos mascarones de proa que coleccionaba y esa veleta con forma de pescado con que identificaba el sentido del viento

. A la hora de pensar en políticas culturales, no podemos no orientarnos hacia Neruda el poeta y el ciudadano, el escritor y el lector, pero también el amante de la música y la pintura, el coleccionista de arte, pero sobre todo de talentos. Quizás por eso no es ningún azar que una de las medallas más importantes que pueda entregar nuestro país -la Orden al Mérito Artístico y Cultural- se llame Pablo Neruda, como se llama Pablo Neruda el premio Iberoamericano de poesía que este año recayó en Elvira Hernández , en la que, de alguna forma, sigue perpetuándose la conversación entre Lucila Godoy y Neftalí Reyes, en este que ahora es indudablemente, gracias a ellos y a tantos más, un país de poetas ".

nrv

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