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El escritor Elmer Mendoza habla, como pocas veces, sobre la situación política del país. Aborda temas como el gobierno de Trump, la renegociación del TLCAN, de aspirantes a candidatos a la presidencia como Margarita Zavala y Andrés Manuel López Obrador; de su opinión general del sexenio y sobre los crímenes que han sacudido al país como lo sucedido en Ayotzinapa.

De cara a las próximas elecciones en México, los votantes, dice, tenemos la obligación de reflexionar sobre a quién y por qué daremos el voto. Además, asegura, las necesidades del país exigen fortalecer la educación, garantizar la impartición de justicia y la aplicación de la ley.

El autor de obras fundamentales para la literatura mexicana contemporánea como Un asesino solitario y El amante de Janis Joplin conversa con EL UNIVERSAL sobre el México que somos, un país en el que, afirma, es posible seguir siendo optimista.


¿Qué opinión tiene del sexenio de Enrique Peña Nieto?

Ha sido un sexenio muy difícil, no me refiero al gobierno sino a los mexicanos. Ha habido un exceso de delitos muy duros que ensucian mucho al país, como Ayotzinapa. Las bandas del narco crecieron a pesar de todo, a pesar de las aprehensiones espectaculares; se volvieron más crueles. Pero también creo que el gobierno no la ha llevado nada fácil. Hay reformas en las que están trabajando como la de educativa, que me parece muy importante, la educación es la única forma con la que se puede modernizar al país, la educación como herramienta para la ciencia, para la interpretación del mundo, para la cultura, la economía. La base de todo es la educación. Sin embargo, cada año salimos muy mal en este aspecto. Por eso considero que urgía una reforma a fondo y se tiene que sacar adelante, se oponga quien se oponga. Por otro lado, la economía está muy golpeada, tenemos un país que ha dependido mucho de la explotación del petróleo y los precios se han desplomado. La economía se ha mantenido en un nivel pero no se ha conseguido mantener el país a flote. El gobierno no ha sabido interpretar el país en el que vivimos. A veces pienso que el presidente y su gabinete no tienen el conocimiento del país que somos, un país extraño y polarizado, con tantos pobres y delincuencia y bandas, con personas que no piensan hacer cosas por nuestro país sino irse a otro lado. El Presidente es un hombre muy raro, es como robótico, es el único que he visto que no ha hecho canas en cinco años, conserva la misma imagen, sigue carita y bien peinado. ¡No puede ser! ¿A este tipo de dónde lo sacaron? México necesita mucho más que su imagen.


¿Y cómo percibe a la sociedad?, ¿somos apáticos?

Ayotzinapa es un indicador del gobierno que vivimos. Lo que pasó ahí tiene que ver con la concepción de la justicia, con lo difícil que es para los gobiernos abandonar un nicho de corrupción. Hay que aplicar la ley. No podemos pensar que somos un país de leyes si no las están aplicando. Una Casa Blanca mediáticamente fue espectacular, pero no veo que haya contribuido a olvidar la miseria en que vivimos. Hay asuntos gravísimos: la impartición de la justicia, el desempleo brutal, la desesperanza en que vivimos, que haya miles de jóvenes egresados sin empleo ni lugares para trabajar. Al salir de la universidad, mi jefe me dijo que me alegrara, que pertenecía a la última generación con trabajo al salir de la escuela; no ocurrió exactamente así pero se fue cumpliendo y ahora es un problema muy grave. Hay 120 millones de habitantes y la mayoría está en la economía informal y no produce ni un carajo.


A esta realidad, se suma la relación con el país vecino, la renegociación del TLCAN, el muro...

Me parece que el centro del país no tiene idea de lo que es TLCAN. A mí me ha tocado ver que un funcionario de la Ciudad de México fue a Culiacán a decir su discurso sobre el TLCAN, cuando un productor de allá se puso de pie y le empezó a explicar esquemáticamente lo que el TLCAN significaba para las áreas productivas de la agricultura, habló concretamente de los graneros y de cómo el gobierno había hecho una mala negociación y por qué sí nos convenía renegociar. Los productores que conozco creen que esta es una oportunidad para conseguir más beneficios. Trump bloquea el aguacate y los mexicanos consiguen los permisos y los mueven a Canadá. Lo que se tiene que hacer es renegociar sin miedo y plantarse como un país, se tiene que consultar a los productores que se han beneficiado o se han perjudicado con el TLCAN. Hay otro gran problema en la industria manufacturera. El TLCAN trajo las maquiladoras que se convirtieron en terribles centros de explotación y muerte, se lo pueden preguntar a cualquiera de las ciudades fronterizas. Al final, Trump, en su locura, nos está abriendo una puerta a posibilidades. Si el gobierno mexicano negocia con un propósito de país podemos sacar ganancia. Respecto al muro, pues lo pueden hacer y todos los latinoamericanos seguirán pasando por arriba o por abajo, eso no tiene mayor problema. Ya existe uno que va desde la esquina de América Latina que llamamos Tijuana hasta más allá de Mexicali y hasta se ve bonito. Vaya, que yo no le veo problema. A los migrantes móviles que yo conozco el muro los tiene sin cuidado.


Ante las próximas elecciones se habla de alianzas partidistas.

El poder tiene una capacidad de seducción que es capaz de envolver a cualquiera. Creo que en política el fin justifica los medios. Nunca me han extrañado las alianzas entre partidos porque lo que tienen en común es que buscan el poder. Lo malo es que después de que lo han ganado no han sabido sumar sus mejores ideas para enriquecer el proyecto de país que proponen. Los mexicanos que no somos políticos tenemos que aprender a identificar a los líderes reales, los que votamos tenemos que aprender a distinguir a los líderes mediáticos. Los medios pueden convertir a un idiota en una figura emblemática en 24 horas en cualquier área, no sólo en la política. Todos caemos en la admiración y tenemos que evitarlo. Por ejemplo, es increíble cómo admiran al Chapo Guzmán, ¿cómo pueden admirar a una persona como él? Y los políticos siguen este esquema. Por eso tenemos que aprender a distinguir. Espero que las alianzas propongan a hombres inteligentes, que encuentren líderes porque sí los hay, pueden ser hombres y mujeres capaces de dirigir un equipo para avanzar en la modernización real del país. Nuestro país, difícilmente, podrá dejar de ser un agujero de miserables si no hay alguien que nos dé esperanza a todos, que nos haga creer que vale la pena trabajar, hacer cosas, repensar el país, respetar las leyes, escribir buena literatura. Todos somos parte de un país que va hacia delante.


¿Entonces es optimista?

No puedo ser pesimista. El optimismo, que no es mecánico, me permite establecer una serie de elecciones. Por ejemplo, en el caso de los candidatos puedo elegir con base en mi optimismo, no en el partido al que pertenezca o a las campañas beligerantes que haga. Hay que ver qué hay en esa persona, en su pasado, y así alimentar mi optimismo y con satisfacción apoyar una política, creo que tenemos que ser así. Tradicionalmente somos un país con tendencia a perder, a justificar nuestras derrotas, esto lo tenemos que abandonar, ya no podemos ser un país víctima. Podemos canalizar el optimismo y conseguir cosas.


Hablaba de líderes, pero hemos visto caer a muchos, una estrella de futbol y un cantante, un político anunciado como la nueva imagen de un partido. El crimen ha permeado en todas las esferas. ¿Con estos casos seguimos justificando nuestros fracasos?

Sí. El diseño de la sociedad que somos funciona en función de las figuras. En EU crean figuras, más en el deporte, y son aspiracionales, pero también hay en esferas como el arte y la literatura; pero si te fijas, en México carecemos de ellos y tenemos que reforzar esto. Yo, por ejemplo, admiro a Rafa Márquez, y me desconcertó lo que pasó, pero también sé que figuras como él no manejan sus finanzas. Con toda la proporción guardada, yo no manejo mis finanzas, lo hacen otras personas, así que... Yo sí puedo creer que no hayan advertido qué pasó con sus finanzas. Aclarar las cosas les va a llevar tiempo, pero si los encuentran culpables hay que aplicarles la ley y hacerlo sería emblemático. Si se puede aplicar la ley a figuras, también a políticos y a empresarios.


Margarita Zavala, Andrés Manuel López Obrador, Luis Videgaray, José Antonio Meade. ¿Uno de ellos es un buen líder?

Les doy el beneficio de la duda. Desconfío de la beligerancia de López Obrador, tiene como 18 años en campaña y no creo en los gritones, en la gente que está siempre comiéndose a los enemigos, eso no es un acto de inteligencia. A Margarita la veo muy opacada y el próximo presidente necesita ser muy plantado, la relación con otros países exige de una persona muy capaz, además tiene la carga de su esposo; pero si fuera la única mujer, no la descartaría de inmediato a la hora de votar. Los otros dos son del gabinete y no los conozco mucho, no confío mucho, los veo trabajando un perfil. Hay otros por ahí que pueden llenar más aspectos del perfil que espero para emitir mi voto.

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