“Estaba tan enfermo que finalmente es una liberación”, dice al hablar de , su amigo fallecido esta mañana y a quien despide con el recuerdo de su gran sentido del humor y con el regalo de la amistad compartida.

“Fueron muchísimos años de amistad a través del tiempo.Yo lo ví a a él en Polonia, pero compartimos la amistad a través del tiempo, yo no sé si tenga cartas de él o no, pero las podría buscar, pero a través del tiempo porque él fue un gran viajero, él se fue de México durante muchos años.

Ya con los años él ya no viajaba. “Durante tres o cuatro años él fue a Cuba varias veces porque allá le dieron la posibilidad cuando él empezó a perder el habla que le veías en los ojos; estabas platicando y de repente buscaba una palabra y no la encontraba, le veías un relampago de angustia en los ojos, tremendo y entonces tú buscabas la palabra y muchas veces le atinabas, de conocerlo, y entonces ya hacía una gran sonrisa y seguía”, recuerda Poniatowska.

Más que los últimos años oscuros, donde dice que ella ya no lo vío, la última vez que lo visitó hará unos tres o cuatro años, cuando él todavía estaba bien, Elena recuerda momentos luminosos como cuando se preparaba para recibir el Premio Cervantes 2005.

“Gracias a Dios o gracias a la Providencia o gracias a México o a lo que tú quieras, cuando él se sacó el Cervantes todavía estaba muy bien, y además le dio una gran alegría, se preparó casi como un muchacho, como si fuera a casarse; se fue y se compró dos trajes de calle y un traje de vestir para recibir el premio. Estaba jubiloso, yo comí con él varias veces antes de que se fuera a la Alcalá de Henares , no fui a España, pero era una dicha enorme”, dice Poniatowska.

Elena Poniatowska recomienda leer El mago de Viena obra de la que Pitol se sentía muy orgulloso. “Él me dijo: 'Yo me saqué el Cervantes por el libro El mago de Viena . Para recordarlo recomiendo El mago de Viena , me gusta muchísimo. Él nunca escribía diálogos, jamás, no ponía diálogos, no le gustaba, todo lo hacía de corrido, tas, tas, tas; decía que no tenía facilidad para escribir y qué sufría. Pero escribió mucho para no tener facilidad”.

Elena recuerda que Sergio Pitol adoraba a Monsiváis y a Luis Prieto . “Eran tres que siempre estaban juntos y hacían maldades en las fiestas. En una fiesta me acuerdo que rompieron todas las esferas del árbol de navidad, a mí eso no me gusto nada. Una travesura de los tres y reían mucho. Ellos eran muy cómplices”.

La escritora y periodista recuerda también lo que significó ese premio para Xalapa y para Veracruz. “Desde el gobernador para abajo, caminar en la calle era muy difícil, todos salían, lo abrazaban, lo besaban, le daban la mano, era una cosa tremenda, al final él sabía un camino y me decía 'no nos vayamos por el parque, te voy a llevar por unas callecitas escondidas para no encontrar a la gente' porque ya era demasiado, ya era un rockstar de Xalapa”, dice Elena, la amiga de Pitol, de Carlos Monsiváis y de José Emilio Pacheco .

Justo eso le sorprende más que la muerte de Sergio Pitol, el ver que sus amigos se han ido y ella los ha visto partir. “A Sergio Pitol le llevo un año, pero a los demás les llevaba como tres o cuatro años y que yo esté viva y ellos estén muertos me asombra, me deja muy turulata. Me deja diciendo '¿y ahora, qué paso? A lo mejor digo ´bueno, a lo mejor ya me va a tocar, me tengo que apurar, me tengo que apurar'”.

nrv

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