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Entre enero y julio de 2025, la organización ARTICLE 19 documentó 51 casos de acoso judicial contra periodistas en México. Es el número más alto en la última década y forma parte de lo que han denominado “tecnología de la censura”, una práctica para silenciar periodistas, que incluye violencia física, estigmatización desde las conferencias matutinas y asfixia económica, pero a la que se ha sumado la intensificación del acoso judicial, que, dicen, podría ser la marca del sexenio actual.
“Estamos viviendo un mal momento. No recuerdo, en todos los años que tengo en el periodismo (mucho más de medio siglo), un periodo en el que hubiera tantos periodistas asesinados, reprimidos y sometidos a penas verdaderamente vergonzosas”, afirma el periodista Humberto Musacchio, compilador de los 43 artículos de opinión y tres cartones reunidos en la antología Cállense. Los nuevos rostros de la censura, coeditado por Grano de Sal y ARTICLE 19, de la que también Grano de Sal hizo otra coedición con EL UNIVERSAL, con prólogo del Vicepresidente y Director General de EL UNIVERSAL, Juan Francisco Ealy Lanz-Duret.
Los artículos fueron publicados entre el 19 de mayo y el 1 de octubre de 2025, que van de “Censura Main Tamaulipas”, de Héctor de Mauleón, en EL UNIVERSAL, a “La nueva tecnología de la censura”, de Leopoldo Maldonado, en Letras Libres, y que también congrega textos de más de 40 periodistas de varios medios de comunicación y posiciones ideológicas, como Ricardo Raphael, Sergio Sarmiento, Rafael Cardona, Jesús Silva-Herzog Márquez, Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín, Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola, Gabriela Warkentin, Leo Zuckerman, David Aponte y Raymundo Riva Palacio, entre otros.
La antología se presentará el 15 de diciembre, a las 19 horas, en la librería U-Tópicas (Felipe Carrillo Puerto 60, Coyoacán) con comentarios de Héctor de Mauleón, Gabriela Warkentin, Humberto Musacchio y María De Vecchi. El libro, dice Musacchio, permite unir voces contra la censura y caminar en la lucha común, conjunta las voces de periodistas que documentan cómo últimamente se han presentado hechos que afectan la libertad de expresión.
Primero fue, dice, la censura contra Héctor de Mauleón y EL UNIVERSAL, luego la embestida del gobierno de Layda Sansores contra Jorge Luis González Valdez, de Tribuna Campeche; la persistente campaña contra Loret de Mola, Latinus y EL UNIVERSAL; la disculpa a la que obligó Gerardo Fernández Noroña al ciudadano Carlos Velázquez de León; o la pena impuesta a la ciudadana de Sonora Karla María Estrella, de ofrecer disculpas, durante un mes, al morenista Sergio Gutiérrez Luna y su esposa Diana Karina Barreras, llamándolos “Dato Protegido”. Pero también casos contra la libertad de expresión en puntos como Puebla, Sinaloa o Guerrero.
¿Son años oscuros para la libertad de expresión?, ¿por qué el amago constante de censura?
Vivimos un mal momento para el periodismo. Este gobierno, contrario a lo que se esperaba, no es un gobierno de izquierda, o lo es de una izquierda estaliniana. A mí no me cuentan lo que es la lucha de izquierda y esto no tiene nada que ver con la izquierda, es una vergüenza. Los gobernantes deben entender que la crítica es necesaria, pero la toman como ataque personal. El periodismo no está para servir a esos politicastros, está para servir a los lectores, a la sociedad, seamos periodistas de televisión, radio, internet o medios impresos. Estamos para servir al conjunto de los mexicanos, no a esos políticos ladrones. Para mí eso está muy claro, pero parece que para muchos políticos no. En el pasado, si al gobierno le molestaba mucho la presencia de un periodista, pues sencillamente le hablaban al director del periódico y nos corrían. Hoy son los políticos los que deciden; el gobierno debe entender que necesita de una prensa crítica. No somos el enemigo. Somos el medio de transmisión entre los gobiernos y la sociedad. Y si eso no lo entienden los gobernantes, pues estamos perdidos. Tratar a los periodistas como delincuentes, es mal negocio para cualquier gobierno, sobre todo uno que se dice democrático.
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¿Qué papel juegan los ciudadanos en la defensa de la libertad de expresión?
En varios textos se pone el acento en eso. Tenemos que hacer nuestro trabajo. No vamos a ser héroes ni mucho menos. Hagamos lo nuestro, lo que nos corresponde. Eso que la sociedad nos demanda, eso hay que seguirlo haciendo contra viento y marea. Y espero que no sea el costo de nuestras vidas o de nuestra libertad. Los periodistas vamos a denunciar cuantas veces sea necesario, que lo sepa Claudia Sheinbaum, que lo sepa todo el mundo. No vamos a rendirnos, si nos rendimos se acabó para nosotros.
Y ahora amedrentan con el uso del aparato judicial del Estado.
Quieren quitarle filo a lo que hacemos. Pero pues lo que hacemos es siempre buscando ese filo porque nos interesa señalar lo que está mal. Ese es nuestro trabajo. El periodismo que es lambiscón con los gobiernos, (hace) un periodismo pagado por el propio gobierno, como los idiotas estos que se presentan en las mañaneras a hacer preguntas a conveniencia de quien manda. Esa no es la función de los periodistas.
¿Hacia dónde podría llevarnos esta tendencia?
Históricamente, los periodistas que quieren hacer su trabajo bien al servicio de la sociedad han sido hostilizados. Pero también cuando hay conciencia en el gremio de que tenemos que defendernos y defender ese trabajo que le molesta tanto a los políticos. Yo sí espero que los colegas nos unamos y demos la pelea por el derecho que nos corresponde constitucionalmente. No estamos pidiendo privilegios de nada. Hay que dar esa pelea. Sin embargo, tenemos un grave atraso, carecemos de sindicatos, de un colegio de periodistas, son cosas que yo creo que (tocan a) la próxima generación, no la mía, que ya va de salida, a mí me tocó ser fundador de la Unión de Periodistas Democráticos, una agrupación muy débil siempre, aunque fue la única que protestó por el golpe a Excélsior. Creo que ese es el camino, tenemos que agruparnos, darnos organismos de defensa. Hoy, le pegan a un periodista, algunos protestamos, pero el periodista va a la cárcel o lo pueden hasta matar.

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¿Hay condiciones de unión?
No creo que sean peores las condiciones de hoy que las que afrontaron nuestros grandes periodistas a mediados del siglo XIX que salían a protestar, con publicaciones independientes. No estamos peor. Hoy el periodismo es un medio más industrializado, tenemos más armas para defendernos y hay que usarlas: la investigación, la información, dársela bien al ciudadano, señalar los defectos, las raterías, las sinvergüenzadas de muchos políticos. Hay políticos decentes, a esos les tengo todo mi respeto, a los otros no y siempre que pueda voy a denunciarlos, como lo hacen tantos periodistas.
¿Cállense puede ser el origen de una defensa colectiva?
Debe ser una labor colectiva. Si un solo periodista hace una denuncia, pues lo van a aplazar, hagámoslo siempre solidarizándonos. No tenemos que estar de acuerdo en todo, porque uno de los valores del periodismo es que muestra el todo, el diapasón ideológico en el que nos movemos. Hay periodistas de derecha, de izquierda, de centro, de arriba, de abajo, y yo creo que esas diferencias entre los enfoques, entre los textos, lo que decimos en los micrófonos o en los periódicos, nos enriquecen a todos, a la sociedad, claro. Y les dan armas también a los gobiernos que quieren hacer las cosas bien.
¿Hace un llamado a la solidaridad como gremio?
Cuando atacan a uno, nos atacan a todos. Debe quedar muy claro eso. Cuando el asesinato de Manuel Buendía creo que dimos una buena pelea, con retraso o como quieras, pero acabaron castigando al principal responsable. Necesitamos dar esas peleas, estar ahí todos. Si tocan a uno, nos pegan a todos. No lo permitamos.
¿Hoy prevalece el Cállense desde el poder?
Es lo que es, lo que dicen los políticos, “cállense, no nos molesten”, “déjennos robar a gusto”, “déjennos fracasar, equivocarnos, pero no se metan”. Esa es la lógica en la que se mueven los gobiernos, sobre todo esos gobiernos ineptos.
¿No está siendo fácil en este tiempo ejercer el periodismo?
Nunca ha sido fácil. Me he dedicado a estudiar la historia de nuestro periodismo, he escrito varios libros sobre eso y lo que descubro siempre es que el mejor periodismo es el que se enfrenta a esas condiciones represivas, que es capaz de dar la cara. Y a veces pues sí, nos pegan, pero también podemos triunfar, podemos salir adelante. Porque más temprano que tarde, los gobiernos ineptos o corruptos acaban quedando en el bote de la basura. Hay muchos periodistas con los que, por supuesto, no tengo ningún parentesco en lo que se refiere al enfoque, pero voy a defender hasta la muerte su derecho a decir las cosas.
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