Al señalamiento de editores agremiados en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), quienes desde el primer fin de semana aseguraron que las ventas en la 39 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) eran 40% menos respecto a 2018, ayer escritores, críticos y lectores como Antonio Malpica, Ana Romero y Luis Téllez (El Pávido Návido) lamentaron que la feria ya no fuera la misma, que esta edición hubiera sido hecha con prisa, mal planeada y organizada y, sobre todo, que ya no fuera una fiesta.

En redes sociales y en blogs personales, a través de cartas o mediante largos hilos en Twitter que sumaban otros comentarios sobre lo bueno y lo malo de esta edición de la FILIJ —que regresó al Centro Nacional de las Artes luego de haber estado tres años en Parque Bicentenario— las voces críticas se comenzaron a hacer escuchar. Ana Romero, escritora para niños y jóvenes, opinó que hubo un “desconocimiento” por parte de los organizadores sobre el tipo de público que atenderían, y “un desdén” por la literatura infantil y juvenil que desde hace muchos años han intentado profesionalizar.

Dijo sentirse entristecida y, en su carta pública, afirmó que no es un gasto sino una inversión el trabajo a favor de la literatura infantil y juvenil y que no mantenerlo puede provocar un estancamiento e incluso un retroceso. Porque esta feria se hizo, pero fue apenas “cumplidora”.

Por su parte, Antonio Malpica, uno de los escritores más sólidos de la literatura infantil y juvenil, colgó en su blog una carta en la que hizo un balance negativo (porque no desarrolló un trabajo de fomento a la lectura y al libro como sí lo hicieron sus antecesores) de su año como Embajador FILIJ, un encargo que la nueva administración canceló. “La nueva administración decidió que el programa (por llamarlo de algún modo) no valía la pena de ser continuado. Y no continuó”, aseguró el narrador.

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Malpica expresó que la FILIJ no fue la misma de hace un año, y que aunque fue hecha a las prisas, salió bastante bien, “pero igual faltaron cosas. Mejor planeacion, creo yo. Un espacio más adecuado. Y una personalidad definida con más cariño y más cuidado” y agregó que espera que la Feria 40 vuelva a ser “esa misma FILIJ robusta y encantadora que conocimos en los últimos años”.

El Pávido Návido señaló varias fallas en la feria: la casi nula difusión, la falta de un programa y planeación, que no se comunicara lo suficiente el cambio de sede, falta de mapa y gente capacitada y pocos espacios para presentaciones. Concluyó: “Parece que el derecho a la belleza fuera un capricho fifí, y no, es sumamente revolucionario, lo que vimos ahora fue una estética y práctica de botadero.”

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