A cientos e incluso miles de mujeres y de hombres sólo les queda la palabra como su último recurso frente a la violencia, asegura el escritor mexicano (Ciudad de México, 1976) y así lo documenta en su libro , con el que obtuvo ayer la 49 edición del Premio Anagrama de Ensayo.

“Quieren que la palabra cuente para exigir verdad, para exigir justicia, para exigir reparación, y entonces lo que yo hice fue un poco relacionando varias historias en donde los testigos aparecían y su palabra irrumpía y contradecía; pequeñas historias frente a la historia oficial y efectivamente me detengo un poco en la historia de los vencidos, de los derrotados con la idea de darles visibilidad”, señala Díaz Álvarez en entrevista telefónica desde España, a donde acudió a recibir el galardón.

La obra que a decir del Jurado –integrado por Pau Luque, Jordi Gracia, Daniel Rico, Remedios Zafra y la editora Silvia Sesé-- resalta la necesidad de evitar la normalización de la violencia y poner rostro a las víctimas, intenta encarar la violencia: hacer frente al problema pero encararlo también al ponerle rostro y lugar a las víctimas y en esa labor el testimonio es muy importante.

“Lo que hice fue rastrear en muchos momentos de la historia desde la Guerra de Troya, la Conquista, Vietnam, hasta la guerra del narco, que es el lugar a donde yo quería llegar y ocupa el último capítulo,; fui rastreando la potencia del testimonio porque en contextos de violencia o de impunidad extrema como tenemos en México ahora, el testimonio es el último recurso”, afirma el también autor de “El traslado. Narrativas contra la idiotez y la barbarie” (Debate, 2015).

Para Enrique Díaz Álvarez la violencia se ejerce con el lenguaje pero también se combate con lenguaje, y para comprenderla hay que ponerle palabra y para confrontarla también hay que tomar la palabra. “El testimonio y la palabra es un acto de resistencia, sobre todo en contextos de violencia y de impunidad, hay muchas personas, muchos familiares, muchas víctimas, muchos padres y madres que sólo les queda la palabra y quieren hacer que cuente. Yo me detengo en eso, en hacer que los familiares cuenten la historia de los asesinados, de los desaparecidos”.

Su impulso fue motivado por lo que ha vivido en México desde que se declaró la guerra contra el narco, en 2006. 15 años en los que se acumulan muertos, desaparecidos y aparecen fosas comunes, pero donde también ha aparecido la palabra que resiste y confronta toda esa violencia atroz, de la que dice Díaz Álvarez, hemos sido testigos involuntarios todos, en mayor o menor medida.

Por eso la portada del libro ganador –seleccionado entre 150 obras y que se hizo acreedor a 8 mil euros y la publicación de la obra que ya circula en España— tiene a las Rastreadoras del Fuerte en Los Mochis, ese grupo de mujeres que se han hecho como forenses autodidactas y que salen a buscar a sus hijos y a sus seres queridos en condiciones muchas veces de amenazada.

“Esa es la potencia que yo también veo desde el periodismo, desde la literatura, desde muchas prácticas artísticas, porque visibilizar es acompañar, porque es un acto de resistencia para evitar que la violencia se normalice, que nos anestesie, porque sino caemos en los números redondos y dejamos que nos dejen de importar las vidas concretas”, asegura Enrique Díaz Álvarez.

Tras mucho pensar sobre el extraño amor y pasión que los seres humanos tenemos por la guerra y darse cuenta de que a lo largo de la historia parece que la paz han sido las épocas de paréntesis y que las guerras determinan todos los tiempos, entre 150 originales que recibieron.

“Tan sólo veamos las guerras atroces del siglo XX, que es un siglo muy violento; creo que no hemos pensado tanto en nuestra pasión por narrar la guerra, por comprenderla y ponerle palabra, por eso lo que intento en el libro es pensar justamente en esta pasión y en este compromiso que siempre ha habido de muchos escritores y de muchos periodistas, por poner palabras a la guerra, porque también la violencia se combate con la palabra”, asegura el escritor y profesor de la UNAM.

En "La palabra que aparece. El testimonio como acto de supervivencia”, Díaz Álvarez conectó historias pequeñas concretas, historias en minúscula y en plural frente a la historia oficial, testimonios que han estado presentes también en la literatura, en el teatro y desde luego en el periodismo, recogidas desde 2006, y que escritores, artistas, cineastas y documentalistas han acompañado al visibilizar el testimonio de las víctimas y de los familiares.

“Yo le llamo a eso una política del testimonio porque se han volcado narrando e incorporando el testimonio, han visibilizado el dolor de las víctimas, desde las artes, la literatura y el periodismo narrativo que tienen esa posibilidad y esa potencia de que esas historias nos afecten; en ese sentido, ética y política son relevantes porque muchas veces a esas historias que aparecen se les potencia y se les visibiliza y se les acompaña desde la creación”, afirma el escritor.

Enrique Díaz Álvarez, quien ha sido titular de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes de la UNAM, asegura que su propuesta fue ir engarzando muchos historias y muchos temas y ponerlos en relación para encaminarlo a México pero ponerlo en relación con muchas otras guerras, incluso aludiendo a Homero con la importancia que tiene narrar la historia desde los dos lados.

Dice que Homero cuenta la historia de Troya pero también desde la perspectiva de los troyanos, es decir de los vencidos, “gracias a Homero no hay una doble aniquilación porque sabemos la historia de los vencidos gracias al gesto de Homero, de hacer que sus historias contarán”, afirma Díaz Álvarez, quien agrega que este ensayo se escribió a fuego lento, le llevó tres años de documentación y escritura.

En el libro ganador del 49 Premio Anagrama de Ensayo, el escritor y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM recorre el pasado y el presente de las calamidades en Europa y en México y tal como asegura el Acta del Jurado, lo hace "para alertarnos de que la fascinación literaria e intelectual que sentimos por los vencedores puede llegar a ser, en sí misma, otra calamidad”.

Daniel Rico, integrante del Jurado explicó que con un lenguaje sobrio y preciso y un repertorio de casos próximo a la antología, "Enrique Díaz Álvarez nos impele a escuchar la historia (las historias) borrada o ignorada de los perdedores, a contrapelo siempre del relato épico de los vencedores, a través de las imaginativas formas con que periodistas, artistas y escritores de medio mundo han sacado a la luz su amargo y antiheroico testimonio, como acto de resistencia política y para tratar de comprender la cara más oscura y violenta del alma humana".

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