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Detrás de la elegancia y galanura con la que se representa a La Catrina , también conocida como Calavera Garbancera , hay una buena cantidad de mitos y leyendas que poco tienen que ver con la realidad. Se dice que esa calaca de cuencas profundas con sombrero de altos vuelos y plumaje fue creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera , pero la verdad es algo distinta.
Cuenta la historia verdadera y documentada por el historiador Agustín Sánchez que a el editor de Posada le pedía siempre trabajos, así que un buen día, a finales de 1912, “Don Lupe” como era conocido el grabador, dibujó esa calavera; sin embargo, señala Agustín Sánchez que aunque no hay ningún documento, ha logrado saber que Posada publicaba calaveras sólo en Día de Muertos.
“El caricaturista realiza la zincografía, que es una placa en zinc, a mediados de 1912. Y no sabemos por qué razón el impresor no la publicó. En enero muere Posada y es hasta noviembre de 1913 cuando sale impresa La Catrina”, cuenta Agustín Sánchez, quien asegura que lo que hizo el impresor fue utilizar esa imagen de Posada “para hacer una calavera fifí, una calavera garbancera”.
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La leyenda cuenta que “Garbancera” es una palabra con la que a principios del siglo XX se conocía a las personas que vendían garbanza y que teniendo sangre indígena pretendían ser europeos, y con ello renegaban de su propia raza, de su herencia y su cultura.
Sánchez precisa, tras varios años de investigaciones, que es hasta los años 20 cuando se publica la primera monografía dedicada a José Guadalupe Posada y es ahí cuando se publica la calavera, “pero no se le dio ninguna importancia y quedó como el nombre de Calavera Catrina. Sin embargo, no sabemos de dónde sacaron el nombre porque Posada ni el impresor la bautizaron”.
Foto: Juan Boites/ El Universal
Pasados los años, relata Agustín Sánchez, en México empezaron a reivindicar a Posada “como un fenómeno nacionalista y revolucionario”, y agrega que Diego Rivera, como muchos otros artistas que buscaban generar una cultura nacionalista, fue uno de los creadores que empieza a impulsar a José Guadalupe Posada.
Un hecho muy importante para el gran impulso que se le dio a La Catrina o Calavera Garbancera fue que en los años 40 Diego Rivera hizo el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” en el que le da un lugar especial a La Catrina, ya ataviada con un elegantes ropajes, y además retoma a Posada.
“Es en ese momento que se empiezan a pintar calaveras por todas partes y empieza a reivindicarse la figura de Posada. De tal suerte que en 1952, cuando se cumple el centenario de nacimiento de Posada, el Palacio de Bellas Artes hace una gran exposición dedicada a él y en el catálogo de esa muestra ya aparece La Catrina”, afirma Sánchez.
Es entonces cuando La Catrina empieza a ser famosa e importante; es decir, solo han pasado 70 años. “La Catrina no era nada, pero para el fenómeno del nacionalismo ideológico mexicano se convirtió en un elemento muy importante y es entonces que se empieza a inventar que era parte de la cultura prehispánica”, agrega el colaborador de EL UNIVERSAL.
El escritor e historiador de la caricatura y del humor gráfico, asegura que los cartones y los dibujos de Posada no tiene nada que ver con lo prehispánico, “sino con la visión de la muerte renacentista, con las danzas macabras, más con Holbein que con los mexicas”, incluso insiste en que la visión de Posada es ante todo más occidental.
fjb