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Hace unas semanas, la investigadora y académica de la UNAM, Lucía Melgar, abrió un debate en torno a la cantidad de mujeres que han formado parte de El Colegio Nacional desde hace 75 años: 4, frente a 103 hombres, es decir, 7% de mujeres en casi un siglo. A través de la plataforma change.org propuso que ante la inequidad esa institución ceda la mitad de su presupuesto para que se abra un Colegio Nacional para mujeres, con 40 miembros a elegir por sus méritos.

En la carta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto, a la Secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, y a Aurelio Niño, entonces secretario de Educación, cargo que ahora ocupa Otto Granados, Melgar advierte que actualmente El Colegio Nacional cuenta con 38 miembros, de los cuales 35 varones y 3 mujeres. Y los dos Colegios “podrían coexistir una década, al cabo de la cual podrían fusionarse en un solo Colegio Nacional, por fin paritario”.

A casi un mes de su publicación, cuenta con casi 6 mil 500 firmas, algunas de personajes destacados de la vida cultural y política del país como Sabina Berman, Elena Poniatowska, Marta Lamas y Margarita Zavala, Consuelo Sáizar, Olga Sánchez Cordero, Isabell Tardan, Claudia Sheinbaum y Patricia Reyes Espíndola.

En respuesta, hombres y mujeres de la cultura mexicana han opinado al respecto en dos sentidos: apoyar la propuesta o proponer otra, que es la de transparentar los mecanismos de selección, y así, en cada elección de un nuevo miembro la sociedad tenga claro que se elige al mejor o a la mejor de sus representantes; además, hay voces que piden que se debata y se actualice el reglamento para que la calificación de méritos sea objetiva. Pero también se señalado que este fenómeno se replica en otras esferas.

Algunas de las mujeres más destacadas en distintos ámbitos opinan sobre esta discusión, como María Elena Álvarez-Buylla, Elena Poniatowska, Mercedes de la Garza, Sara Sefchovich, Silvia Molina y Sabina Berman.

“Hemos recibido apoyo a través de artículos de opinión, como el de Sabina Berman; y también se han escrito puntos de vista que no están de acuerdo como el de Sara Sefchovich pero que también es muy valioso. Además, en redes sociales se ha mantenido el debate. Lo más importante de todo esto es que se haya abierto la discusión. Sin embargo, me parece importante decir que hay quienes plantean que nuestra propuesta es segregar a las mujeres de los hombres. No es así, lo que deseamos es que se acepte que los hombres han segregado a las mujeres y las han excluido, por eso no podemos quedarnos con los brazos cruzados”, cuenta en entrevista Lucía Melgar.

Una de las voces más entusiastas de esta petición es la escritora Sabina Berman, colaboradora de esta casa editorial. “Es el momento de reconocer que nuestras instituciones culturales han ejercido el machismo desde su fundación y es momento de reparar ese pecado original y fundar la paridad en nuestras instituciones culturales, empezando por El Colegio Nacional”, dice en entrevista.

Berman, agrega: “¿Por qué se pide un Colegio Nacional de Mujeres y no que el Colegio actual se abra a las mujeres? Porque los mecanismos de El Colegio Nacional son tales que hasta que un miembro muera puede ser reemplazado. Siendo así, nos tardaríamos cien años en lograr la paridad, pero siempre y cuando ellos quieran ir milagrosamente en contra de su historia y acepten sólo mujeres. En segundo lugar, supongamos que ellos abren 20 lugares para mujeres, ¿por qué otra vez sería minoría?, ¿en qué momento se dejó de entender que la mitad de la población somos mujeres y que la mitad de las universitarias son mujeres? Los miembros actuales en los últimos 12 años han admitido a una sola mujer y a once hombres, ¿por qué ellos estarían capacitados para elegir entre las mujeres? Es clarísimo que no están enterados de lo que hacen sus colegas mujeres en sus propios campos”.

Para Elena Poniatowska, las firmantes “tienen toda la razón”. “¿Porque hay cuatro mujeres solamente en El Colegio Nacional? A mí me dolió muchísimo que no entrara Rosario Castellanos. Hay una ausencia de mujeres que a mí me parece una gran injusticia. En eso tiene toda la razón Sabina Berman, porque además están en El Colegio Nacional muchos hombres harto inferiores a los que estaban en la época de Rosario Castellanos. Ahora se habla también mucho de la cantidad de dinero que reciben que es grande, pero también la Academia de la Lengua tiene muy pocas mujeres, están Margit Frenk, Margo Glantz, entre otras, pero en general hay muy pocas mujeres y esa es una cosa que hay en México que proviene del machismo y que es ignorar siempre a las mujeres”, dice la ganadora del Premio Cervantes de Literatura.

Y agrega: “No sé si estaría a favor de crear un Colegio Nacional de Mujeres, no he vuelto a hablar con Sabina pero creo que sí, ella tiene toda la razón. Y también Lucía Melgar. Lo que hace falta es que haya más equilibrio y electas de manera más transparente. Yo estaría porque estuvieran juntos hombres y mujeres, sobre todo para que los hombres que están ahí aprendan de las mujeres”.

La historiadora y académica Mercedes de la Garza coincide con Berman y Poniatowska al advertir que ha predominado el machismo académico y el machismo mexicano, pero también advierte que los mecanismos de ingreso han conseguido limitar el acceso de mujeres y cita su propio caso: “Beatriz de la Fuente era miembro, y Miguel León-Portilla, que es miembro, me propusieron para entrar. Pero entonces habían puesto un límite de 62 años, no sé por qué, creo que alguno de los antiguos fijó esa fecha límite para que entraran. Creo que ocho días después de que yo cumpliera 63 me invitaron, pero entonces me fue prohibido, no pude entrar. Y tengo una amiga que también fue propuesta, una filósofa muy destacada, Juliana González, y no la aceptaron por problemas entre filósofos, de envidias, por no estar de acuerdo con la filosofía del otro. Los filósofos de El Colegio Nacional no la aceptaron, teniendo ella muchos más méritos que algunos de los que estaban ahí. Ha habido un machismo en El Colegio Nacional, pero menos mal que ya están Linda Manzanilla, Maria Elena Medina Mora y Concepción Company”.

De acuerdo con De la Garza, quien este año fue ganadora del Premio Nacional de Arte y Literatura, en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, el fenómeno de inequidad en el Colegio no se replica en otras instituciones académicas. “En la Academia de Historia estamos hombres y mujeres, en la de La Lengua también hay mujeres, no es lo mismo que en El Colegio Nacional. Sí, hay más o menos un equilibrio”.

La doctora María Elena Álvarez-Buylla, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, apunta también hacia el machismo. “Que los hombres tengan un mayor número de reconocimientos y méritos académicos que las mujeres es un reflejo de la desigualdad de oportunidades para acceder a los más altos niveles de investigación científica, en la academia o en el arte. Esto podría deberse a muchos factores, que van desde el hecho de que las mujeres tenemos muchas otras responsabilidades y prioridades, además de las académicas o de creación artística; entre ellas el embarazo, la crianza y cuidado de los hijos. Pero toda esta discusión me lleva a pensar en la falta de transparencia en torno a la elección de miembros, incluso en el uso de los recursos públicos implicados. Y la idea de crear un Colegio Nacional de Mujeres es muy interesante, pero creo que los asuntos de género van más allá de la heteronorma y me parece que debería haber sólo un Colegio Nacional sin discriminación por género”, advierte.

La escritora Silivia Molina considera que es preciso revisar los mecanismos de ingreso, más no los de transparencia porque, dice, “no dudo que lo hagan bien, pero creo que tal vez se podría revisar el reglamento para ver cuestiones como la edad de ingreso. A mí me parece que todos los miembros son personas de prestigio y no estaría de acuerdo con un Colegio de Mujeres”, indica.

La catedrática y escritora Sara Sefchovich, colaboradora de EL UNIVERSAL, tampoco está de acuerdo con la creación de un Colegio de Mujeres porque, dice, lo significativo en este caso no es el problema de género —a pesar de que sí es cierto de que muchos miembros y muchos críticos descalifican el trabajo de las mujeres— sino que instituciones de esta naturaleza imponen sus criterios y aceptan sólo un tipo de cultura.

“Todos los demás no tenemos la más mínima consideración si no hacemos lo que ellos creen que se debe hacer, si no pensamos en lo que ellos creen, ni decimos lo que ellos creen. Yo, hace muchos años, escribí un libro en el que analizaba a Luis Spota. El día de la presentación, una académica de la Universidad dijo que era una lástima que hubiera un buen trabajo para analizar a ese escritor y no a otro como López Velarde. Lo que quiero decir es que para ellos no sirve lo que haces si no les parece y esto es más grave que el tema de género”, dice.

La petición continúa sumando simpatizantes, mientras que los firmantes y promotores se mantienen a la espera de una reacción de las secretaría de Cultura y Educación, así como de la Presidencia de la República.

(Con información de Yanet Aguilar y Sonia Sierra)

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