En el marco del primer aniversario luctuoso del patólogo, investigador y maestro (1924-2022)  —que, en palabras del médico y miembro de El Colegio Nacional, , fue un miembro destacado de numerosas sociedades científicas nacionales e internacionales; un estudioso de la palabra y de la evolución de la enfermedad— se llevó a cabo un homenaje coordinado por el propio Frenk y Adolfo Martínez Palomo.

En el homenaje participaron Julieta Fierro, Eduardo López Corella, Miguel Reyes-Múgica y Carlos Viesca, destacados científicos que tuvieron amistad o trabajaron junto a Pérez Tamayo.

Durante la parte introductoria del homenaje se subrayó una constante abordada por los participantes: el interés de Pérez Tamayo por el humanismo; algo que lo llevó a ocupar un lugar en la Academia Mexicana de la Lengua y que escritores como Adolfo Castañón y Jaime García Terrés destacaron en su momento. En el video de presentación justo se incluyó una cita de García Terrés: Pérez Tamayo derramó su conocimiento en las mentes jóvenes durante más de medio siglo. Martínez Palomo, por ejemplo, mencionó que del ganador del Premio Nacional de Ciencias en 1974 y del Aída Weiss en 1986 aprendió que la medicina es una disciplina eminentemente ignorante.

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La ironía y la personalidad de Pérez Tamayo fueron algunas de las principales características mencionadas por los ponentes. Julieta Fierro lo describió como un hombre culto, elegante, de una ética profesional intachable e interesado por la justicia social. "Todos los atributos que dicen de él son verdaderos (...) Daba crédito, sabía escuchar", afirmó y señaló su importante valor para darle cimientos sólidos a la divulgación científica.

“Yo creo que él no se dio cuenta de lo importante que era el trabajo de divulgación científica que estaba haciendo. Había desarrollado a fondo el conocimiento y la capacidad de comunicación y, además cuidaba mucho su trabajo. Eso lo volvió un gran divulgador”, dice, en entrevista, Fierro.  

 Reyes-Múgica recordó que le ayudó a Pérez Tamayo a conseguir material bibliográfico raro sobre, por ejemplo, el método científico, la enfermedad de Van Gogh y la Inquisición. Mientras que López Corella habló de su talante de hombre del renacimiento y Carlos Viesca recordó su sarcasmo y fino sentido del humor.

“Más allá de la seriedad de la academia, él era muy divertido: un día me llevó un pastel y, al otro día un oso de peluche. Don Ruy siempre tenía esa parte simpática y amable. Me encantaba que echara relajo. Tenía sentido del humor. Era guapetón y a todas las mujeres nos decía que éramos sus novias favoritas. Entonces, nos sentíamos soñadas”, abunda Fierro.

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La astrónoma recordó que lo conoció hace 20 años: “Un día llegó y me dijo tienes que ser parte de la Academia Mexicana de la Lengua, lo tuyo es comunicar”.El día que Fierro dio su discurso, Pérez Tamayo recordó anécdotas sencillas como la ocasión en que Pérez Tamayo y la astrónoma estuvieron paseando por Universum en compañía de su nieto.

Reyes-Múgica también habló del talento que el patólogo mostró para la plástica y su interés por la tauromaquia.

Al final del homenaje se develó el retrato que hizo Alberto Castro Leñero de Pérez Tamayo y que será resguardado en la pinacoteca de El Colegio Nacional; como sucede siempre tras el primer aniversario luctuoso de los miembros de la institución.

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