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El dramaturgo canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad deseaba llevar a escena el conjunto de las tragedias de Sófocles, pero el responsable de las traducciones, Robert Davreu, falleció. Así, el proyecto se alteró, el creador abandonó el proceso de la obra y se lanzó a un viaje con una cámara a Grecia para grabar todo aquello que le interesara. Ahí nació el díptico Des mourants (Los moribundos).

Este fin de semana, en el Festival Internacional Cervantino, el artista presentó la primera parte, La inflamación del verbo vivir, inspirado en Filoctetes, uno de los héroes de la mitología griega. La obra narra la historia de un director teatral, Wahid, quien atraviesa por la misma crisis que su creador, Mouawad, y emprende un viaje para buscar en la Grecia actual las huellas del mítico arquero, en el camino se ahoga y mientras se debate entre la vida y la muerte, decide vivir.

La historia de la obra se reconstruye a partir de las grabaciones que Mouawad hizo en diferentes países, entre ellos México, proyectadas en una pantalla de tiras que da una percepción de una triple dimensión en que la que el creador puede entrar, literalmente, a la pantalla.

La inflamación del verbo vivir se vuelve una declaración de principios: vivir será, siempre, una mejor opción porque es el futuro. Y es, además, una íntima reflexión sobre la muerte, sobre la vida, la sociedad contemporánea, la juventud y su inherente sentido revolucionario.

Tras la función, el creador contó al público que las videograbaciones en varios países tienen en común que en cada uno había una manifestación de la juventud. En México, durante su presencia en el FIC de hace dos años, los jóvenes tomaron las calles por el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. En Grecia eran contra las medidas de austeridad, en Francia contra los atentados terroristas, y en Líbano porque las calles estaban llenas de basura.

“Me llamó la atención que los jóvenes se estaban manifestando y no podía no hablar de esas situaciones en mi obra. Además, en La inflamación hay muchas imágenes tomadas en México, por ejemplo, en el Museo de Antropología”.

Añadió que la historia de la Inflamación es autoreferencial. “Lo que cuento en la obra sí pasó. Con la muerte de mi compañero, me fui. No soy cineasta, pero me fui solo, con mi cámara. Empecé a grabar todo lo que me conmovía, los perros, la basura, los árboles y siempre me decía: no debo hacer que mi pensamiento intervenga demasiado rápido, es decir, no quería preguntarme qué iba a hacer, no quería reflexionar sobre las imágenes, no deseaba hacer un proyecto cerebral. Quería que la intuición, la sensación, fueran más importantes. De pronto, el corazón que me lleva a escribir actuó como un imán y en un instante estaba atravesando la calle cuando todos esos fragmentos se aglutinaron y la historia apareció. La pregunta era ¿qué es eso del gusto por la vida? Así empecé a estructurarlo todo”.

Mouawad refirió que la muerte no es una de sus obsesiones, pero sí lo es la ruptura brutal de lo cotidiano tras la muerte y la pérdida. Hoy se presentarán las dos partes del díptico Los Moribundos, la segunda parte es Las lágrimas de Edipo.

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