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El coreógrafo argentino Mario Galizzi dice estar tranquilo, deja una compañía con una programación para el resto del año que incluye el estreno de una obra infantil firmada por Demis Volpi, quien fuera coreógrafo residente del Ballet de Stuttgart, que abordará la diversidad sexual; también deja la creación de la Fundación ProDanza, que dirige Carlos Córdova, con la que se buscará la recaudación de fondos para fortalecer el presupuesto anual de la Compañía Nacional de Danza para giras, infraestructura, repertorios y difusión; así como una función de El lago de los cisnes en el Zócalo capitalino para abril de 2019 en colaboración con el Festival del Centro Histórico, un proyecto que planteó desde el primer día que llegó a México en mayo de 2016.

Además, dice, propone una serie de proyectos para el próximo año que espera que se puedan concretar, como una invitación a Julio Bocca para que imparta clases en mayo a los bailarines, dos giras por el centro occidente y norte del país y dar movilidad a las obras que tienen derechos vigentes, como Carmen, Manon, La consagración de la primavera y La pavana del moro.

Esta semana anunció a los bailarines y a los maestros que dejará en junio la dirección artística por motivos estrictamente personales. La decisión, dice, no fue fácil, pero “está bien tomada”. “Lo que hago es parar, pero me encantaría seguir con la compañía y voy a volver para estar en El lago de los cisnes y en La bella durmiente —ambas son sus versiones—. No tengo ninguna queja de las autoridades, tanto Lidia Camacho como Roberto Vázquez han sido muy abiertos, pero soy un inconformista y si uno se conforma con lo que está bien hecho aparece la medianía. Los presupuestos no son malos, pero digamos que mi única protesta es que se necesita más para hacer más cosas por la compañía. Creo que conseguimos logros interesantes, hemos tenido muchos llenos en casi todos los programas”, explica en entrevista.

Galizzi asegura sentirse satisfecho por el estreno de La consagración de la primavera, de Demis Volpi. “Ha sido un poco discutida y cada uno puede tener su opinión, pero creo que marcó una diferencia en el lenguaje de la compañía, cuando vi el montaje completo me sorprendió que pudiéramos hacer muy bien este tipo de cosas, yo estoy fascinado con ese cambio. Sé que se me cuestionó porque Demis fue mi alumno, pero él tiene una trayectoria más grande que la mía, ¿qué quieren que yo haga? Quiero que venga Julio Bocca, quien también fue mi alumno, ¿qué es lo que van a decir ahora?”.

En los últimos meses, al interior de la compañía hubo parte del equipo que reclamó que el director artístico se ausentara. “Yo tenía compromisos desde años atrás, esto lo aclaré cuando vine para acá, cuando se me contrató, eso estuvo claro. El director es como un gestor, no estoy viendo un ensayo porque estoy programando, estoy viendo quién va a bailar y quién no, estoy viendo cómo llevar a la compañía al exterior, soy un director que ha tenido contactos internacionales, no soy un director que sólo quiere estar mirando los ensayos para darles con un palo a cada uno, tengo maestros y ensayadores que trabajan con ellos. Cuando traje al repositor Karl Brunet ¿yo tenía que estar sentado a su lado para ver cómo trabajaba? No. Si estamos peleando por más funciones, por más títulos, por más cosas, es injusto que se me diga que me querían sentado en un ensayo”, explica el coreógrafo y, por única vez, se exalta.

“Al final creo que hemos trabajado maravillosamente bien con los bailarines, yo sé que ahora mismo hay varias caras tristes, así que no tomo nada de eso como críticas, sino como comentarios hacia un trabajo que se realizó”.

Asimismo asegura que buscar títulos contemporáneos para una compañía de 72 bailarines fue una tarea compleja. “Jiří Kylián me ofreció la Sinfonía de los salmos, pero necesita máximo 16 bailarines, no lo pude traer, estos coreógrafos famosos no crean para compañías enormes y no se concretó, la carta de la oferta la tienen los bailarines, yo no invento cosas”, dice.

Le entusiasma el estreno en julio de la obra infantil de Volpi, en colaboración con el Cenart, que podría llamarse “El príncipe y el príncipe”, con escenografía de Jorge Ballina. “Está basada en un cuento holandés, estará en el Cenart y en Cuernavaca. Trata sobre un príncipe que tiene que casarse y le presentan a todas las princesas, una de ellas va con el hermano y de quien se enamora es de él. Creo que molestara a mucha gente, pero son obras que tenemos que hacer”, adelanta.

Hasta junio, Galizzi estará al frente de la CND y cerrará con la gira por Colombia. Asegura que la decisión de quién será su sucesor queda en manos del INBA.

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