La obra Attends, attends, attends... (Pour mon pére), un solo de danza y performance que Jan Fabre —el artista polémico, transgresor, en cuyo teatro suele habitar el caos, el simbolismo, la violencia, el erotismo y el sin sentido— creó para el bailarín Cédric Charron, quien desde hace casi 20 años ha sido una figura estelar de la compañía del creador belga, se presentó anoche en el Festival Internacional Cervantino.

En conferencia de prensa Charron explicó que se trata de un solo dedicado a un artista. “La obra tardó varios años en desarrollarse, hasta que consideramos que estaba lista; tiene mucho que ver conmigo. Hace 18 años que trabajo con Fabre y, con el tiempo, en esta pieza he podido encontrar la materia de las investigaciones que él ha hecho. Yo soy un puente hacia el saber de la creación de Fabre”, comentó.

El bailarín dijo que es una obra en la que Fabre desarrolla la idea de la relación entre padre e hijo. “Me hizo una serie de entrevistas y usó las respuestas, así como la relación personal y artística que tenemos. Este es el resultado, un discurso imaginario de un hijo hacia su padre. Lo interesante es ir más allá de la realidad y abrirla al espectador”.

Fabre ha dicho que sus obras no nacieron a partir de la idea de un público con el que busca conectar, no se identifica con ninguna corriente ni le parece que haya metologías o estéticas, pero en la escena sí busca que los intérpretes actúen emociones y sensaciones a partir del conocimiento profundo del cuerpo.

En este sentido, Charron sostuvo que se trata de un teatro fisiológico. “Fabre nos considera atletas en emoción y nos entrena para que podamos entregarnos. Este trabajo no pasa por la psicología, sino por la fisiología. Cada pieza es una celebración de la vida, es la afirmación de la vida. Esta obra habla de querer llevar al padre al compromiso artístico. Fabre es un artista que trabaja con la belleza”, dijo.

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