La pugna de origen en el gabinete de Enrique Peña Nieto, entre los dos hombres fuertes con los que el Presidente arrancó su gobierno, se vuelve a hacer presente en la definición del candidato del PRI a la Presidencia de la República. La sobrevivencia de Miguel Ángel Osorio Chong, como el priísta mejor posicionado en las encuestas, es algo que no le perdonan al inquilino de Bucareli en el ala contraria del gabinete que le disputa la candidatura; y su eterno rival, el secretario Luis Videgaray, encabeza una brutal ofensiva política y mediática para tratar de desacreditar y sacar de la jugada al titular de Gobernación, justo en la recta final de la definición que tomarán en Los Pinos.
Videgaray no le perdona a Osorio dos cosas, según cercanos al hidalguense: la primera, que es el único de los dos —a los que Peña repartió el poder en su equipo cercano— que llegó al final de la carrera presidencial, a diferencia del actual canciller, que perdió cualquier aspiración presidencial al ser despedido de la Secretaría de Hacienda tras el desastre de haber traído a Donald Trump a Los Pinos en plena campaña. Y aunque después el Presidente lo rehabilitó al designarlo titular de Relaciones Exteriores y encargado de diálogo con la administración Trump, las constantes agresiones del presidente estadunidense y su amenaza latente de romper el TLC, no abonaron a que el influyente canciller pudiera retomar su proyecto político, al que él mismo renunció públicamente.
Lo segundo que no le perdona Videgaray a Osorio es que, contra viento y marea y aún con la grave crisis de seguridad en el país, sigue siendo el priísta más conocido y el más competitivo en las encuestas presidenciales, tanto en careos contra posibles candidatos del Frente Ciudadano como frente a Andrés Manuel López Obrador. Otros aspirantes del PRI, aún con una fuerte exposición en medios y con apoyo de Los Pinos, como Aurelio Nuño o el mismo José Antonio Meade, no lograron crecer al nivel del secretario de Gobernación.
De hecho, a eso atribuyen en Gobernación los más recientes ataques a su secretario en la prensa, en donde lo ligaron con presuntos favoritismos a empresas hidalguenses de la construcción: a que desde la oficina del canciller están recrudeciendo la ofensiva en su contra, para tratar de influir en la decisión final que tomará en las siguientes semanas el presidente Peña Nieto. Para nadie es un secreto que Luis Videgaray apostó todo su capital político a la candidatura de su amigo y compañero del ITAM, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien es visto hoy como el otro aspirante más fuerte que rivaliza con Osorio por la nominación del PRI.
Así que la pugna no es nueva, lleva todo el sexenio y sigue siendo entre los mismos personajes. Lo único que cambió es que al principio Videgaray y Osorio peleaban por ver quién de los dos era el que tenía mayor poder en el gabinete, mientras que hoy la lucha es cruda y descarnada por la nominación presidencial y por el favor del “dedo” de Peña Nieto: el de Gobernación lo busca para él, mientras que el de Relaciones Exteriores, ya muertas sus posibilidades personales, lo quiere para su amigo y socio Meade. ¿A cuál de los dos será al que apunte el índice presidencial?
NOTAS INDISCRETAS… A los que celebraban ayer el “importante aumento” de 8 pesos con 34 centavos a los salarios mínimos —incluido el presidente Peña— sobra decir lo insuficiente que resulta la mísera cifra, aún si sólo se tratara de cubrir el costo mínimo de la canasta básica, que organizaciones civiles calculan en este momento en 95.14 pesos; es decir, que aún para lo más indispensable en alimentación, sin contar otros gastos como transporte, vestido, calzado, telefonía, etcétera, el mínimo se queda todavía 7 pesos diarios por debajo de las necesidades reales. Ahora que, si lo comparamos con los altísimos sueldos de los funcionarios públicos, gobernantes y representantes “populares”, que promediaremos muy conservadoramente en 120 mil pesos mensuales —entre sueldos de secretarios de Estado, diputados, senadores, presidente, consejeros del INE, ministros, magistrados y otros funcionarios de la élite gubernamental— cada uno de ellos gana 3 mil 945 pesos diarios, es decir 44 veces el nuevo salario mínimo diario. Y ya de plano, para ver la enorme inequidad y desigualdad salarial en este país, entre el pueblo y sus gobernantes, para que alguien que gana el salario mínimo pudiera reunir los 864 mil pesos que se pagarán como “bono de despedida” los diputados federales por el fin de la actual legislatura, el trabajador tendría que laborar 10 mil días sin descanso, equivalentes a 27 años de trabajo, para poder reunir la cantidad que se pagarán, con recursos públicos, los diputados que dicen representarlo ante el Congreso. Qué poca ma…teria para festejar por el aumento al mínimo… Se avientan los dados. Serpiente doble.
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