Comenzarán con paros escalonados y luego, si el presidente Andrés Manuel López Obrador no los atiende personalmente, promoverán una huelga nacional del magisterio. Así lo advirtió Wilbert Santiago Valdivieso, vocero de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

A los líderes del magisterio disidente no les satisface conversar con el secretario Esteban Moctezuma Barragán: lo acusan de ser un político neoliberal, que ha saltado de un gobierno a otro, y también de mantener vínculos inconfesables con la organización “empresarial” Mexicanos Primero, y con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

De acuerdo con los resolutivos surgidos durante el 5º Congreso Nacional Extraordinario de la CNTE, celebrado los días 5, 6 y 7 de abril, la iniciativa presidencial de reforma educativa propone un cambio de palabras, pero no de fondo.

“Los partidos, incluido Morena, pretenden aprobar una iniciativa de reforma educativa que, contrario a las promesas de AMLO, sigue siendo, en esencia, la de Peña Nieto, porque solo defiende los intereses internacionales e imperialistas, no los intereses del pueblo y los trabajadores.”

Sube el tono del documento cuando los 94 delegados de ese Congreso coincidieron en caracterizar al gobierno actual como una estafa con matices “socialdemócratas” que, en la práctica, “representa los intereses de la oligarquía, muestra de ello es que sus representantes son chapulines políticos.”

Refiriéndose a Mario Delgado, cabeza de Morena en la Cámara Baja, se afirma que, quienes impulsan la Cuarta Transformación son los mismos que aprobaron las reformas estructurales.

Con una hebra apelmazada de argumentos, insiste la CNTE con abrogar “total y absolutamente la ‘mal llamada’ reforma educativa y sus leyes secundarias, de EPN-AMLO.”

En respuesta, la semana pasada, desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador atajó las pretensiones del magisterio rebelde advirtiendo que, de no haber acuerdo propondrá regresar la Constitución al punto donde se encontraba antes de 2013, cuando —producto del Pacto por México— fueron reformados varios artículos constitucionales, principalmente el tercero.

A los voceros de la CNTE no les gustó tampoco esta propuesta. Van por todo y no se quitan. Wilbert Santiago replicó que, si se procediese de esa manera, el gobierno exhibiría su desinterés por el diálogo y la construcción de consensos.

Hace un par de días, el presidente puso el dedo en el corazón del diferendo cuando, desde Campeche, advirtió que estaba dispuesto a echar para atrás su iniciativa, siempre y cuando el magisterio sindical no pidiera recuperar el control de la nómina, ni el de las plazas.

“Ese no es nuestro objetivo,” insiste la CNTE en voz de Wilbert Santiago y, sin embargo, sus compañeros no parecen estar dispuestos a aceptar que el ingreso a la profesión docente, la entrega de las plazas y el avance en la carrera magisterial, sean procesos normados por la ley y las instituciones.

Se trata de un botín demasiado importante como para compartirlo con las autoridades educativas.

Tan no quieren soltar el control de plazas y nómina que los líderes de la sección 22 están dispuestos a todo: a comparar al presidente López Obrador con su antecesor, a presentarlo como un representante de la oligarquía, a acusar al secretario Moctezuma de estar ligado con los intereses internacionales, a convocar a un paro nacional y a desbarrancar cualquier intento de consensuar una reforma.

ZOOM: la negociación con la CNTE nació muerta porque sus líderes no quieren conversar con el resto del país, y tampoco con el gobierno. Mal haría el presidente López Obrador si se sienta en una mesa con ellos porque lo único que están buscando es decirle en su cara que es un remedo neoliberal. Así las cosas, cabe esperar que el conflicto siga escalando y que los niños de Oaxaca, y de otros estados, vuelvan a perder meses y meses de clases.

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