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Cada marzo, en el contexto del Día Internacional de la Mujer, este diario convoca a algunas de las mujeres mas destacadas en diferentes ámbitos. Recuerdo como si hubiera sido ayer lo dicho por una de las asistentes a la reunión de hace ocho años. Habían tomado la palabra empresarias, políticas, periodistas y lideresas sindicales. Tocó el turno a Marcelina Bautista, fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar. Empezó felicitando a todas las presentes por sus logros. Les habló con admiración y respeto. Luego les recordó que, si no tuvieran el apoyo en casa de otra mujer, no habrían sido capaces de alcanzar todas esas metas de las que grupalmente nos enorgullecíamos. Sus palabras fueron seguidas de un silencio reflexivo. Probablemente muchas de las que en público hablaban de defender los derechos de las mujeres, tenían en casa una empleada sin acceso a esos derechos.
El trabajo dentro del hogar sigue sin ser reconocido. Todas esas horas destinadas a la limpieza, el cuidado de los niños o adultos mayores, la preparación de alimentos y otras muchas actividades extenuantes, no son consideradas trabajo. Al menos no en los hechos. Muchas mujeres hacen esa labor sin remuneración alguna. Otras sí cobran, pero en muchos de los casos reciben un sueldo infame y no tienen seguridad social. De los 2.5 millones de empleadas domésticas que hay en México, 99 por ciento no tiene siquiera un contrato por escrito. Es una actividad primordialmente femenina que no está exenta de maltrato. El 57 por ciento de las mujeres que se emplearon el último año como trabajadoras remuneradas del hogar declaró, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Discriminación del Inegi, que se respetan poco o nada sus derechos.
Escandaliza cuando comparamos a nuestro país con otros de la región. En Uruguay, el 40 por ciento de las empleadas domésticas tiene seguridad social. En Argentina alcanzan el 25 por ciento. Aquí en México, lo tiene un persona de cada mil. De ese tamaño esta deuda social que es histórica. Por eso es tan importante que el IMSS haya lanzado un programa piloto para garantizar el acceso a este derecho básico y dar a las trabajadoras del hogar seguridad social. Es alentador, pero habrá que ver si su implementación es exitosa. Ya antes he informado de políticas públicas y esfuerzos por cambiar esa realidad. Se quedaron en anuncios, discursos y buenas intenciones. Ojalá que esta vez sea distinto.
Huerfanito
Desde el IMSS han hecho ver que la película Roma es “un incentivo para transformar las condiciones laborales de millones de trabajadoras.” Su director, Alfonso Cuarón, abrazó el programa y se sumó a su promoción. Usó sus redes sociales para invitar a la gente a inscribirse y celebró este resultado de la lucha que por años han dado Marcelina Bautista y agrupaciones como “Un trabajo digno”. En Los Ángeles, California, se reunió con empleadas domésticas y anunció que abrazará esta causa sin descanso. Enhorabuena.
Twitter: @PaolaRojas
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