Este jueves tendrá lugar la Cumbre del Sargazo en Quintana Roo. Se espera que los países convocados obtengan el apoyo del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y diversas agencias de cooperación para financiar un programa que permita contener y aprovechar la presencia de la macroalga en las costas del Caribe. Bloquear, desviar y procesar el sargazo son las grandes vertientes de las alternativas consideradas.

En principio, la reunión programada para mayo debió posponerse. Hubo países que no confirmaron su asistencia en tiempo y forma; además, eran inminentes las elecciones en el estado. No obstante, se publicó una declaratoria para aplicar protocolos con el objetivo de detener al sargazo. En ella, el gobierno local estableció como una prioridad el acopio, traslado, valoración y disposición final del alga. Además, el Consejo Estatal de Protección Civil se dio a la tarea de coordinar las acciones.

El reto vincula a todos los países de la región. En Florida, el sargazo arribó a las costas y ya afecta al sector turístico. Estados Unidos tendrá que sumarse con programas, financiamiento y resultados. Esto alienta a muchos por la posibilidad que abre de que se destinen recursos y la mejor tecnología para enfrentar el problema.

Los estadounidenses han volteado a ver los esfuerzos que se han hecho en México. En nuestro país, la sociedad civil y la iniciativa privada han impulsado medidas que, tras pruebas y errores, han alcanzado resultados sólidos. Seguramente tomarán como guía a algunos de los casos más exitosos para implementarlos en sus costas.

Se requiere de mucho dinero para atender esta problemática. Por eso hay zonas poco habitadas totalmente desatendidas en las que el sargazo se acumula, como la reserva de la biosfera de Sian Ka’an. El panorama ahí es terrible y la posibilidad de que las corrientes marinas lleven esa podredumbre hasta Tulum o Playa del Carmen es inminente. La esperanza está puesta en el desarrollo industrial, pues esta macroalga ya es materia prima para producir papel, fertilizante, alimento para ganado, tabiques, edulcorantes, cosméticos, carbón activado, e incluso, energía eléctrica. Si las grandes empresas lo transforman en insumo, podría haber un flujo de recursos importante.

Los emprendedores locales han hecho esfuerzos con resultados interesantes. Al menos cuatro empresas con mercado internacional, esperan generar más de mil 500 empleos directos y alrededor de tres mil 500 indirectos. Si los gobiernos federal y estatal diseñan y aplican los incentivos correctos, más industrias podrían instalarse en la zona. No le vendría mal a Quintana Roo diversificar su economía, tan concentrada históricamente en el turismo, y al mismo tiempo recuperar el atractivo de sus playas.

HUERFANITO. Quintana Roo tiene otro asunto relevante al que se ha prestado poca atención: el Síndrome Blanco. Esta rara enfermedad ha matado en pocos meses a más del 30 por ciento de los corales del Arrecife Mesoamericano, cuya formación tardó cientos de años. No se conocen bien las causas, pero es una catástrofe ambiental. Gran parte del ecosistema del Caribe y la existencia de las playas, como las conocemos hoy, dependen de esa barrera arrecifal. Investigarlo y atenderlo es urgente.

@PaolaRojas

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