A los economistas no nos gusta hablar de cuáles eran nuestras proyecciones pasadas, para evitar que se exhiban los fallos. Es famosa la frase que nos describe como profesionistas que nos dedicamos la mitad del tiempo a elaborar pronósticos y la otra a justificar por qué no se cumplieron las previsiones; pero, ello resulta inevitable porque alguien tiene que hacer las perspectivas.

El 18 de enero de 2018 publicamos en estas páginas las Perspectivas 2018 para México ( ). Esperaba un año con mucha volatilidad y con gran incertidumbre que afectaría a la inversión y al consumo, por lo que la inflación a diciembre sería de 6.07%, el tipo de cambio cerraría en 23 pesos y el PIB crecería entre 0.4 y 1.0%, con mayor dinamismo durante el primer semestre, influido por el gasto público ocasionado por las elecciones. La tasa de interés interbancaria a un día, que estaba en 7.25%, cerraría en 9.0% afectada por tres alzas decretadas por la Reserva Federal (Fed), por medidas antinflacionarias y la inestabilidad cambiaria.

En la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de enero de 2018 del Banco de México, publicada el 1 de febrero, se calculaba una inflación de 3.96%, un tipo de cambio (spot) en 18.83, un crecimiento del PIB de 2.24% y una tasa interbancaria de 6.78%.

Todavía no se tienen resultados observados de todas las variables, pero ya tenemos una idea más clara de cómo serán: la inflación en tasa anual a la primera quincena de diciembre fue de 5.0% y lo más probable es que se ubique por arriba de ese nivel; el tipo de cambio cerró en 19.665, el PIB crecerá 2.3%, la tasa interbancaria llegó a 8.25% y la Fed efectivamente subió la tasa de referencia tres veces.

Como podrán observar, los expertos se pasaron de optimistas, y uno de pesimista. José Antonio Meade no ganó las elecciones como lo preveían El Brujo Mayor y The Economist; por el contrario, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) arrasó con 53.2% de los votos y la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo holgadamente la mayoría absoluta en el Senado y la Cámara de Diputados, por lo que desapareció el fantasma de conflictos electorales y de una transición sexenal complicada.

La victoria de AMLO contribuyó a que las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) concluyeran de manera bastante satisfactoria o no tan desfavorable, como prefiera verlo; las promesas de austeridad y disciplina de las finanzas públicas posteriores a las elecciones y ratificadas con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019 tranquilizaron a los mercados, con lo que la paridad cambiaria no se disparó.

En contrapartida, la guerra comercial entre Estados Unidos (EU) y China se agravó, la administración de Donald Trump impuso arbitrariamente aranceles al resto del mundo y la reacción de medidas proteccionistas provocó una desaceleración de la economía mundial más intensa a lo previsto. A su vez, la crisis en mercados emergentes (Argentina y Turquía), así como las tensiones geopolíticas provocadas por la llegada al poder de gobiernos de derecha nacionalista (Italia, Brasil, etc.), contribuyeron a generar volatilidad en los mercados financieros. Esta situación se reflejó en la caída de las bolsas en todo el mundo en 2018 con un fuerte desplome de la de Shanghái y en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), con una baja de 15.63%, alentada también por factores internos, la peor desde 2008.

Los especialistas consultados por Banco de México en diciembre tienen la expectativa para 2019 de una inflación a diciembre de 3.85%, un crecimiento del PIB de 1.89%, un tipo de cambio de cierre de 20.70 y una tasa interbancaria de 8.22%. Como es habitual, la perspectiva del gobierno entrante es más optimista: inflación de 3.4%, crecimiento de 2.0%, tipo de cambio de 20.0 y tasa de interés (Cetes 28 días) de 8.3%, de acuerdo con los datos proporcionados en los Criterios Generales de Política Económica 2019.

Hacer proyecciones es una tarea difícil, no sólo porque nadie conoce el futuro y por las complicaciones metodológicas para hacerlas; pero, sobre todo por las implicaciones políticas que conllevan. Los partidarios de la 4T quisieran escuchar los mejores pronósticos: crecimiento económico elevado, tipo de cambio estable, inflación baja y menores tasas de interés; los detractores, todo lo contrario.

Intentando ser lo más objetivo, pronostico una inflación de 5.53% a diciembre de 2019, un tipo de cambio al cierre de 22.0 y un promedio de 20.90 (eso quiere decir volatilidad moderada), un PIB de 2.3% y una tasa interbancaria de 8.50% a finales de año.

La guerra comercial entre EU y China está en una tregua de 90 días, pero la mentalidad proteccionista de Trump no va a desaparecer, por ello no se espera un desenlace positivo a la larga, aunque como señala la Cepal, México podría beneficiarse en el corto plazo. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) entrará en vigor hasta 2020, por lo que este año será todavía inercial o de transición.

En contrapartida, las presiones internas serán menores y cierta reactivación del mercado interno generará mayor consumo, lo mismo que algunas presiones inflacionarias. La política de austeridad no ayudará mucho y tampoco la lenta reactivación de la inversión pública. En fin, ¡ya veremos en un año!

Catedrático de la EST-IPN
pabloail@yahoo.com.mx

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