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En las elecciones que celebraremos el primer domingo de julio de 2018, el comportamiento que observen los jóvenes a través de las redes sociales será determinante. El terremoto registrado el 19 de septiembre efectivamente podría convertirse en un parteaguas histórico –sería deseable-.

En una interesante entrevista para la revista Proceso, el historiador Enrique Krauze afirmó que el terremoto fue “el bautizo de sangre de una nueva generación de jóvenes en México”. Frente a ellos “los partidos políticos son indignos”.

El antecedente fundamental del despertar ciudadano fue –de acuerdo con Krauze- el terremoto registrado el 19 de septiembre de 1985. Los jóvenes en México son “herederos de la generación del 85” y disponen de un lenguaje e instrumental como las redes sociales mucho más poderoso que en el pasado.

Un antecedente más inmediato de la “Generación 2017”, que Krauze omitió, fue el movimiento #Yo soy 132.

En el libro #Yo soy 132. La primera erupción visible, de Jesús Galindo y José Ignacio González-Acosta, dicen que “en México empiezan a gestarse estallidos sociales con gran poder de convocatoria, amplia participación y profundos niveles de involucramiento. Son movimientos estéticos, los que poseen tal nivel de encanto. En mucho las redes sociales han sido los canales para la difusión y apropiación de estos fenómenos”.

Si bien la mayoría de los mexicanos no somos “activistas en pleno”, destacan Galindo y González Acosta, la sociedad sí se encuentra a la espera para activarse, y generar los nuevos y poderosos movimientos sociales estéticos que “irrumpen con tal fuerza que puedan representar nuevas formas de organización, convivencia e identidad”.

Nuestra sociedad efectivamente no es apática, el pasado 19 de septiembre lo demostró. Además ha empezado a perderle el miedo a la clase política. El terremoto exhibió una vez más al gobierno y a los partidos políticos (todos) carentes de credibilidad y respuestas, como perfectos fracasados costosos.

Los jóvenes sí desean participar. Hace seis años los oportunistas intervinieron como activistas en la lamentable representación de una falsa participación.

Por fortuna el terremoto desvaneció el espectro de esa generación ectivista (sin escrúpulos, advenediza y trolera), para afirmar en cambio la generosidad y virtudes de una generación que utiliza las redes sociales para articular y remediar el lastimado tejido social.

Los movimientos sociales no se pueden “controlar” como en el pasado. En la antesala de las elecciones celebradas el primer domingo de julio de 2012, en tan solo diez días el movimiento estético #Yosoy132 impactó “seriamente la imagen de Enrique Peña Nieto, candidato del PRI-PV y borra el ímpetu de su campaña con tal fuerza que lo deja sin tema y su candidatura debilitada frente a un aventajado Andrés Manuel López Obrador. Uno podría imaginar: Cuánto esfuerzo del candidato: días, noches, los traslados para grabar los ‘spots’ en cada estado, las giras, mítines, reuniones sectoriales, seis años previos de probarle a la nación sus compromisos cumplidos. Y de repente, un viento que asemeja radiación pura, elimina lo que se había construido”.

Deseo, como muchos mexicanos, que el movimiento YoSoy#19S trascienda a la condición de revolución estética. Imagino el México que resultaría de ello. En la gran irrupción posible que tenemos en puerta, los jóvenes harán un imaginativo empleo de las redes sociales.

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