Juan Antonio Centeno Quevedo

México se encuentra en un momento coyuntural de su propia historia, un cambio de gobierno ya operativo en donde los intentos de reformas son el pan de cada día. Tenemos un partido joven con integrantes experimentados en el poder, con una aparente mayoría de fieles seguidores en muchos de los estados, el poder se está centralizando de manera tal que no esperábamos que volviera a pasar.

Pero esta situación no es una ocurrencia, es resultado de una excelente estrategia de marketing político mediante la que los ciudadanos han sido informados o desinformados para participar en la llamada Cuarta Transformación, de tal manera que el gobierno federal puede decidir lo que sea con la justificación de que es por el bien de México y que algún día se verán los resultados; sin embargo, no se han presentado estrategias formales, operativas y realistas que vayan más allá de la mera voluntad. El hecho es que en materia de seguridad no hay tiempo para esperar al mediano y mucho menos al largo plazo.

Hablemos de la coherencia

¿Dónde quedó la coherencia del entonces candidato y hoy titular del ejecutivo? Quien hizo múltiples promesas en campaña y aseguraba se verían capitalizadas en cuanto tomara el poder y que, sin embargo, en algunos casos se han realizado de manera contraria a lo prometido sin que exista un reconocimiento de los errores.

Pareciera que lo importante es manejar un discurso polarizante de “chairos” vs “fifís” haciéndonos olvidar que el presidente lo es para todos los mexicanos y, como tal, debe aprender a gobernar para todos y a recibir aplausos y críticas por igual.

Nos estamos acostumbrando a tratar temas serios con suma banalidad, con expresiones como “me canso ganso” o “abrazos no balazos” o peor aún, se muestra una habilidad impresionante para rehuir a temas medulares con respuestas esquivas o culpando a “la mafia del poder” cuando ha sido acorralado, sin reconocer que es el presidente y, al asumir el cargo, adquiría también todos los problemas a resolver sea o no el causante de ellos.

¿Qué pasó con la coherencia de los empresarios? Quienes son y seguirán siendo una poderosa fuerza social para identificar realmente lo mejor para México y cuya responsabilidad es exigir a las autoridades las reformas que beneficien directamente a los diferentes sectores productivos, convirtiéndose en un real contrapeso de las instituciones en decisiones importantes.

¿Y la coherencia de los funcionarios públicos de todos los niveles? Aquellos quienes aún participan en la corrupción y, en el afán de mantener un trabajo para subsistir, olvidan que son ciudadanos y tienen la obligación de luchar por México y que debieran mantenerse institucionales, aunque eso represente informarle a su propio jefe que está cometiendo un error.

¿Dónde está la coherencia de los ciudadanos de a pie? Que aprendimos a convivir con la corrupción e injusticias como pan nuestro de cada día, que ante las injusticias solamente sabemos expresarnos airosamente en redes sociales, mostrando indignación y coraje; nos hemos acostumbrado a la violencia, a la inseguridad, a sentirnos extraños en nuestro propio territorio.

¿Dónde está la coherencia de los mexicanos? Quienes a pesar del hartazgo social que ya vivimos no somos capaces de unirnos como sociedad a pesar de nuestras diferencias ideológicas y exigir que nuestras autoridades realicen su trabajo de la mejor manera posible.

Debemos aprender a no polarizarnos. México hoy vive dividido en dos bandos: los que son afines al partido gobernante y todos los demás; en una cultura preocupantemente creciente de “estás conmigo o en mi contra”; las redes sociales dan cuenta de ello mostrando debates encarnados sobre casi cualquier tema, discutiendo sucesos que pudieron o no haber pasado; pareciera que la opinión pública depende de un juego de quién convence más a las personas sin importar la veracidad de los hechos o el impacto que ello traerá a la realidad pública de nuestro país.

Pero seamos objetivos y mostremos datos duros; México registró el inicio de sexenio más violento de la historia reciente de la que se tiene registro oficial; hoy tenemos récords de incidencia delictiva en casi todo el país; como lo demuestran las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el primer bimestre de 2019 se cometieron en el país 4,826 homicidios dolosos, presentando un incremento de 10.56%. Se registraron 270 secuestros con un incremento de 80%; hubo 1,921 violaciones sexuales con un incremento de 20.52%; encontramos 27,653 casos de violencia familiar con un incremento de 6.25%; vemos también 125,318 robos totales con un incremento de 5.46%; todos los anteriores en comparación con el primer bimestre de 2018.

En resumen, en enero y febrero de 2109 se registraron 317,039 delitos, lo que representa un incremento del 8.92% respecto al mismo periodo de 2018; gran parte del país muestra ya un grave problema de inseguridad.

Recuperemos la coherencia, reconozcamos que el reto es grande y asumamos que cada quien tiene un rol medular en la solución del problema. México necesita la colaboración de todos, no hay delitos pequeños, retomemos los valores, cohesionemos a nuestra sociedad, exijamos propositivamente a las autoridades y no desfallezcamos en el intento, la paz es posible.

Observatorio Ciudadano Tamaulipas
@OBCITA @ObsNalCiudadano

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