Este que viene, será el sexenio más polémico en la historia. No estamos frente a un cambio de gobierno sino ante un cambio de régimen, ante un nuevo paradigma en la forma de hacer gobierno. Enhorabuena.

Quizá la terca realidad se imponga de pronto a los planes trazados, aún en la mente, de los futuros estadistas que pretenden, sin dudar jamás de su buena fe, dar un giro abrupto, brioso y definitivo al esquema del Estado mexicano como lo conocemos hoy día.

De entrada, vale la pena analizar sin filias ni fobias ideológicas nuestra posición actual con respecto al mundo, hoy somos, de acuerdo a datos del Fondo Monetario Internacional, la economía número 16 del planeta con un PIB de casi 1 billón de dólares al año, el objetivo a perseguir debería de ser, justamente, lograr un aumento en el ingreso: una mentalidad en la que todos ganemos más.

En el país hay cosas que están del carajo, mal, regulares y otras que van muy bien, por ejemplo, en el sector turístico pasamos a ser el sexto destino más visitado del mundo, la esperanza de vida aumentó a 75 años, la tasa de logro educativo subió 1.5 puntos y, desde 2009, el ingreso familiar neto subió un aproximado de 11%, aunque dada la inflación y otros factores, se perciba mucho menor. (https://www.oecd.org/statistics/Better-Life-Initiative-country-note-Mexico-in-Espagnol.pdf)

En donde estamos muy mal, en términos de los fríos números, es en la impartición de justicia, los índices de impunidad superan 98% y los homicidios ligados a la mafia son, en su totalidad, incalculables, hay fosas clandestinas en la mayor parte del territorio nacional y el poder fáctico, real y terco, de los cárteles deberá ser combatido con algo más que la buena fe y la imaginación. De hecho, de la falta de asesorías profesionales e implementación de cuadros de prevención, que hoy es considerada más de ornato por no ver a cortísimo plazo sus resultados, nacen también gran parte de las desigualdades sociales.

Un recorte en la nómina gubernamental no necesariamente es la solución a los problemas más lacerantes del país, es, eso sí, un gran golpe mediático y de beneficios para la popularidad del nuevo régimen. Baste una muestra simple: la reducción afectará a más de 53 mil burócratas que pertenecen a la clase media y podría generar ahorros por 37 mil millones de pesos, sin embargo habría, al mismo tiempo que la reducción, dado que los salarios serían más bajos, una pérdida en el ISR recaudado de más de 18 mil mdp.

Por otro lado, vale la pena escuchar a Mario Di Constanzo, actual presidente en Condusef, quién ya sugiere a los bancos plantear esquemas de reestructuración de deuda para la cartera de burócratas que verán mermado su ingreso y podrán tener problemas para pagar créditos adquiridos.

Llama la atención la forma en que la terca realidad, también, se ha impuesto al plan energético de la siguiente administración, “No queremos alarmar”, señaló el próximo presidente en clara referencia a la escasa producción de crudo, hoy de menos de 1.8 millones de barriles diarios: “Si no actuamos con urgencia tendríamos problemas en el corto y en el mediano plazo, problemas de falta de producción de petróleo”... Los números estuvieron siempre ahí, pero haberlos creído le daba al traste al discurso de la conspiración.

Esa estorbosa terca realidad.

DE COLOFÓN.— Se plantea que en los estados donde habrá gobernador(a) de Morena se replique la fórmula de los coordinadores federales pero para los municipios, esto es: así como cada estado tendrá un coordinador federal, un vicegobernador, cada alcalde tendrá también un coordinador del gobierno estatal, un vicealcalde, pues.

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