Estamos frente a un escenario nunca visto en la historia contemporánea de México: una gran coalición elegida por el voto democrático y una oposición hecha añicos, sin credibilidad, debilitada, dividida, fracasada, totalmente en la lona.

Habrá que esperar a la conformación de un discurso que le haga frente al del Presidente Electo de facto porque, de otra forma, aunque meloso, aunque bello, aunque utópico, aunque sicalíptico, aunque onírico, sería un discurso y, por tanto, un régimen sin contrapesos y un régimen sin contrapeso se llama autoritarismo, por no decir dictadura.

Seré franco, la oposición, lo que quedará de ella en el nuevo régimen, le tiene pavor a Andrés Manuel; en corto lo dicen, en corto se lamentan porque lo ven autoritario, intolerante y peligroso para su propia supervivencia, sienten que el mínimo disenso los condenará al patíbulo político.

Eso no conviene a la cuarta transformación del país, quizá debería de ser una de las grandes prioridades de un estadista demócrata: garantizar de manera pública, sincera y abierta la garantía de oposición e, incluso, desde las propias y particulares formas del poder alentarla y promoverla.

La cuarta transformación no pasará por la violencia, así lo ha expresado el Presidente electo, somos afortunados, ha dicho, porque esta será una transición pacífica… ¡Enhorabuena!

Y una transición pacífica debe de transitar por el respeto al disenso, por el debate de altura, crítico, frontal y desnudo de falacia frente al argumento empírico y palpable.

Hoy, muchos actores políticos muestran un “respeto de dientes para fuera” y se guardan la crítica ante el temor del sambenito y el capirote. El nuevo gobierno deberá garantizar el derecho de ser oposición o convertirse, de lo contrario, en otra pantomima histórica.

La cuarta transformación pasa, obligadamente, por la libertad… Porque nadie quiere resetear el contador de las transformaciones, ¿o sí?

DE COLOFÓN.— La mayoría legislativa no es una imposición, tiene ventajas para los votantes, por ejemplo: hoy Morena podría obligar al Estado de México a ponerse de acuerdo en materia de seguridad con la Ciudad de México… Incluso, ahí va la supervivencia de Alfredo del Mazo.

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