La brillantez de algunas partidas de ajedrez se valora por los sacrificios que contienen. Éstos son entregas de peones o piezas para obtener espacio, material, tiempo o posición de ataque. Cuanto más valioso es lo que se sacrifica, mayor es la recompensa que se espera. Para los antiguos griegos, eran símbolos de purificación. En el juego ciencia, son secuencias o lances calificados como estallidos letales, ofrendas diabólicas o notas vibrantes. Según el maestro Rudolph Spielmann, “su poder es irresistible... Un buen sacrificio es aquel que, aunque no sea necesariamente sólido, deja a tu oponente aturdido y confuso”.

Un pasaje del Scanda Purana, libro sagrado de la India, dice: “La bellísima senda de los sacrificios irradia luz igual a una miríada de soles...” Ante el tablero, todo sacrificio requiere un gran esfuerzo volitivo, audacia y cuidadoso cálculo de sus consecuencias. El libertador venezolano Simón Bolívar decía: “Para el triunfo siempre ha sido indispensable la senda de los sacrificios”.

La bellísima senda de los sacrificios
La bellísima senda de los sacrificios

Partida: Mediante un diabólico y no menos brillante sacrificio de dama, las negras tienden una imparable red de mate.

Blancas: N. Swain

Negras: J. Smart

Munich, Alemania, 1990.

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Cf6 4.Cc3 Cxe4 5.Cxe4 d5 6.Axd5 Dxd5 7.Cc3 Da5 8.d3 Ag4 9.Ad2 Cd4 10.Ce2 Dd5 11.c4 (Diagrama) Dxf3¡¡ 12.gxf3 Cxf3+ 13.Rf1 Ah3, jaque mate. 0-1.

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