También la guerra puede importar una paradoja. Carl von Clausewitz, que fue jefe de sección del Ministerio de la Guerra de Prusia y había sido prisionero de los franceses en Prenzlau, decidió incorporarse al ejército zarista para combatir a las tropas prusianas. No se trataba de un traidor, sino de un patriota sin sentimentalismos que comprendió que sólo Rusia podía enfrentarse a las tropas napoleónicas que invadían Europa y, por lo tanto, Prusia. Resignadamente Federico Guillermo III se había convertido en aliado de Napoleón Bonaparte.

Von Clausewitz sospechaba que una teoría de la guerra podía descubrir su naturaleza. En su examen advirtió que se trataba de “una forma de las relaciones humanas”, que “la guerra no es el dominio ni de las artes ni de las ciencias, sino que es un elemento de la trama social. Constituye un conflicto de grandes intereses solucionado de manera sangrienta, lo que la diferencia de todos los demás conflictos. Antes de comparar a la guerra con un arte cualquiera, cabría hacerlo con el comercio, que también es un conflicto de actitudes e intereses humanos, e incluso se asemeja mucho más a la política, que a su vez puede considerarse, por lo menos parcialmente, como una especie de comercio a gran escala. Además, la política es la matriz en la que se desarrolla la guerra; sus lineamientos, aun rudimentarios, se esconden como los seres vivos en sus embriones”.

Pierre Naville ha escrito que Lenin parecía considerar a Von Clausewitz como un “general hegeliano” al afirmar que “aplicada a la guerra, la regla principal de la dialéctica... nos enseña que : la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios”. Sin embargo, Naville recuerda que “el método dialéctico de Clausewitz es original, puesto que al parecer no llegó a estudiar a Hegel, incluso quizá ni siquiera lo conoció. Cuando Hegel llegó a Berlín en 1818, las ideas de Clausewitz ya tenían forma. Por el contrario, Clausewitz sí conoció a Kant y a Fichte; después de 1806, estudió en Berlín bajo la dirección del kantiano Kiesewetter. La voluntad fichteana del Yo dejó profunda huella en él, y parece ser que Kant hizo que se interesara por la dialéctica. Sin embargo, lo que más influyó en Clausewitz fue el pensamiento dialéctico de Maquiavelo, junto con las lecturas de Montesquieu”.

Naville sostiene asimismo que Clausewitz ha influído también al movimiento socialista, pues “la guerra no afecta sólo a las ‘potencias’ (los Estados) en cuanto que tal, sino que afecta incluso a las diversas clases sociales que chocan en el seno del Estado y que, además, tienen un carácter eminentemente internacional; en consecuencia, habrá manifestaciones de violencia, guerras que encubrirán políticas de clase, aunque a veces se presenten combinadas con la política general del Estado. La teoría del conflicto, elaborada a propósito de las guerras puramente nacionales, encuentra así su desarrollo en una teoría de las guerras de clases, o, mejor aún, de las luchas entre las clases”.

Entre las paradojas que propicia la guerra, no parece la menos inquietante aquella que todavía se conoce como “guerra civil”.

Cualquier lector, cualquier curioso sabe que en la antigua Grecia las guerras civiles no se consideraban insólitas y que Platón se detuvo en ellas y creía que “nuestra guerra familiar fue conducida de tal modo que, si el destino condenara a la humanidad al conflicto, nadie desearía que la propia ciudad sufriera igualmente esta enfermedad”.

En Stasis. La guerra civil como paradigma político, Giorgio Agamben refiere que “en el sistema de la política griega, la guerra civil funciona como un umbral de politización o de despolitización, a través de la cual se excede en ciudad, y la ciudad se despolitiza en familia”.

Hacia 1963, Hannah Arendt escribió en Sobre la revolución que “las revoluciones modernas tienen bien poco en común con la mutatio rerum (revolución) de la historia romana o con la stásis, la discordia civil que perturbó a la pólis griega. No podemos identificarlas con las metabolaí (transformaciones) de Platón, la casi natural transformación de una forma de gobierno en otra, ni con la politeíon anakyklosis (revolución política) de Polibio, el predeterminado recurso cíclico al cual son sujetos los asuntos humanos, debido a que estos siempre son llevados a los extremos. La Antigüedad clásica estaba muy familiarizada con el cambio político y la violencia que lo acompañaba, pero nunca ninguno de estos le trajo aparejado algo completamente nuevo”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses