El libro de Tatiana Clouthier tiene elementos más interesantes de los que han generado escándalo mediático. Juntos Hicimos Historia (Grijalbo, 2019) es la historia de una mujer proveniente de la élite norteña –blanca, rubia y de posición acomodada– que, sin necesidad de simular o pretender dejar de ser quien es, fue capaz de tomar distancia frente a su burbuja de privilegio, ver el país más allá de sus circunstancias personales y pensar fuera del código postal de San Pedro Garza García.

El proceso no fue sencillo y desde las primeras páginas uno puede leer la complicación que para la hoy vicecoordinadora de Morena en la Cámara representó –y debe representar– “animarse a dar la cara”; encarar las críticas de familiares, amigos y vecinos. Detrás de ello no se ve la motivación instrumental de alguien que simplemente persigue una posición o un cargo, sino una sensibilidad social (a pesar de no ser una mujer de izquierda) y un interés por hacer política de otra forma.

El propio rol de Tatiana en la campaña es uno de los temas más interesantes del libro. La primera vez que la entrevisté, a principios del año pasado, le pregunté cómo es que se planteaba coordinar la campaña de un hombre que se coordina a sí mismo. ¿Qué hacer frente a eso? ¿Cuál era su estrategia? Nunca obtuve una respuesta precisa, al punto que no logré escribir el texto que entonces pretendía.

Si algo queda hoy claro a partir de este libro es que Tatiana no coordinó una campaña. No condujo ni la parte electoral ni la logística porque estas se mantuvieron casi siempre en el círculo más cercano al hoy presidente. En un pasaje la autora afirma que coordinó “una parte de la campaña”, en otro que fue una “vocera” y su papel fue simplemente “nominal”.

En todo caso, mi percepción es que Clouthier encabezó una suerte de campaña alterna donde ella misma fue la protagonista. Ese esfuerzo permitió llegar a donde AMLO no había podido --a ciertos jóvenes, mujeres, clases medias, gente que siempre votó por el PAN, norteños con prejuicios anti izquierdistas, etc—y ayudar a reducir sus negativos.

Tatiana se mostró como representante de una nueva generación política y tomó distancia frente a una cultura “basada en el ego y la vanidad” de los políticos, como ella misma lo define. Más que a través de un discurso, Clouthier supo llegar a través de un estilo. Fue la frescura, la espontaneidad, la autenticidad y la capacidad de mostrase como un ser humano lo que atrajo a mucha gente.

Tatiana conquistó a través de pequeños gestos: al reconocer sus propios errores como pocos políticos suelen hacerlo, al mostrarse dispuesta a aprender, al ser capaz de hablar claro y directo, sin circunquiloquios ni subterfugios. Entre cientos y miles de políticos que simplemente dan güeva, Tatiana se ganó el corazón de muchos jóvenes y no tan jóvenes. No por otra razón –y que se me perdone esta cursilería– se convirtió en nuestra Tía.

Durante la campaña, y en sus pasos posteriores, Tatiana ha demostrado que es posible apoyar a López Obrador y ser parte de la 4T sin necesidad de estar de acuerdo en todo, sin caer en la abyección, sin renunciar a ser críticos o sin la obligación de justificarlo todo.

Durante la contienda, Clouthier tomó distancia frente a cierto tipo de alianzas, expresó reservas ante determinadas figuras del obradorismo y apoyó la candidatura de AMLO sin someterse a la jerarquía del partido. Para unos, sus críticas pueden ser insuficientes o muy tímidas, para otros, una conducta insolente.

En cualquier caso, no se puede negar que Tatiana fue una de las defensoras más efectivas de López Obrador durante la campaña, y aún hoy aporta simbólicamente una apertura y una pluralidad internas que ojalá la 4T sepa conservar.

@HernanGomezB

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