A continuación aportamos una guía para practicar adecuadamente la crítica de la personalidad, las ideas y, en su defecto, los proyectos del Señor Presidente. Nos mueve fortalecer con esta elemental propedéutica, en el viciado ambiente de hoy, la necesidad de una crítica creativa, informada, libre y respetuosa.

No se piense que ofuscaremos con digresiones ciceronianas ni que salpicaremos con latinajos burdos. No. Más fácil es servirse de un ejemplo. Como sabemos desde Aristóteles, la imitación está en el origen de todo aprendizaje. Y el azar ha puesto ante nosotros un modelo insuperable, macizo en su argumentación, ferviente en su aliento y audaz en su modelo teórico. Un verdadero modelo 4T.

Se titula “100 días inéditos en la política nacional” y es producto de la pluma no sólo de un gran escritor e historiador sino de un militante de izquierda de toda la vida. Un líder que heredó de su padre —también gran sindicalista de izquierda— la enorme responsabilidad de manejar un sindicato de izquierda; un senador de la República (también como su padre) que, por serlo, agrega a la valentía de su crítica la fuerza simbólica de todo un pueblo, en este caso el mexicano.

Ese hombre es el compañero Napoleón Gómez Urrutia, quien, con voz templada por el acero, bragada en las tribulaciones de una larga lucha de izquierda, redactó esta noble crítica viril izquierdista a otro izquierdista, alguien que no por ser el Presidente está ajeno a la crítica sino que, antes al contrario, por serlo, es quien más requiere de una orientación que coadyuve a bien otear los aires y enderezar el timón cuando haga falta.

Vayamos pues a ese modelo. Inicia el compañero Gómez: “Cien días, poco más de tres meses, pareciera poco tiempo para lograr un impacto de gran calado. Sin embargo, cuando existe la determinación y la visión de Estado, es más que suficiente para encauzar el barco en la dirección correcta.” Advierta el crítico bisoño el temple de la escritura y el vigor del planteamiento. Sí, es una crítica enérgica, casi ríspida, pero con la cuadriga siempre en la firme mano del auriga argumental.

Continúa el legislador: “Ningún otro Presidente ha tenido el respaldo popular con el que cuenta Andrés Manuel. Ningún otro Presidente ha gobernado tan cercano a su gente. Ningún otro Presidente ha tenido sobre sus hombros la gran responsabilidad de volver realidad las aspiraciones del pueblo mexicano.” Qué noble empleo de la anáfora, tan propio de la izquierda: tres “ningún” que caen como rocas en las aguas heladas del cálculo egoísta...

La parte más difícil es, desde luego, la que supone adentrarse en la dialéctica analítica. Por eso es menester reparar en la sobriedad intelectual de nuestro modelo. Véase: “Las acciones más importantes que ha emprendido en el poco tiempo como primer mandatario de la nación han sido contundentes y de gran trascendencia.” Adviertan, sobre todo los jóvenes de izquierda, cómo esgrimir una fuerte crítica política con respeto; cómo emplear argumentos enérgicos con elegancia, sin menoscabo de severidad ni mengua de fortaleza.

Y sin faltar nunca el respeto al “Otro”, aunque sea un pendejo. Por ejemplo, cuando escribe el tribuno: “Los muy reducidos detractores buscan la manera de desprestigiar al Presidente y sus acciones, sin éxito alguno.” Párrafo ejemplar para el verdadero izquierdista, atento a la diferencia, respetuoso de la pluralidad.

Al final, el parlamentario explica las razones morales que lo han llevado a acometer esta enfática crítica: “Las almas más iluminadas siempre buscan y valoran más la trascendencia por sus acciones a favor del prójimo que los beneficios materiales. Nuestro Presidente, a diferencia de los anteriores, forma parte de este selecto grupo de individuos. Se dirige inexorablemente a afianzar su lugar en la fila de hombres buenos de la Patria.”

Y de ahí a la conclusión, una conclusión inquietante. Es cierto que pone nuestro pensamiento de izquierda en crisis, pero en una crisis fructífera: “Basándome en la observación empírica, así como en la intuición, considero que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como uno de los mejores y más humanos gobiernos de México.”

Lo único que sí es imperdonable es que el compañero Gómez no haya dedicado un sólo renglón de su diatriba a un hecho irrefutable: el Señor Presidente es el más grande historiador que ha habido en México. ¿Un olvido, una omisión, el típico dislate o… celos profesionales?

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