Qué frustrante debe ser para los cruzazulinos observar las estadísticas de cuándo fue la última vez que le anotaron al América en un partido de Liga. Casi cinco juegos sin hacerlo, porque la más reciente ocasión que lograron hacerle un gol fue al minuto seis del duelo correspondiente al Clausura 2018, ganado por las Águilas 2-1. El español Edgar Méndez fue quien lo hizo. Desde entonces, han pasado 444 minutos sin anotarle al equipo dirigido por Miguel Herrera.

Y ayer tampoco se esforzaron mucho por hacerlo, ya que en el primer tiempo volvieron a mostrar la misma debilidad de siempre cuando juegan contra el América: una preocupante cobardía, porque poblaron de futbolistas el mediocampo y todos jugaban a 20 metros de su portería; incluso, en las pelotas paradas a favor de las Águilas, defendían con los 11 elementos dentro del área. Hasta Pedro Caixinha reconoce, al medio tiempo, su error de iniciar con Martín Cauteruccio, quien no sirvió ni aportó para maldita la cosa.

En el segundo tiempo, el Cruz Azul fue un poco más agresivo, con la presencia en el campo de Jonathan Rodríguez, pero tampoco daba visos de ofender claramente al América, únicamente fabricando dos ocasiones de gol, muy poco para un equipo que debe sacarse sus traumas frente al rival más odiado, el que siempre consigue un buen resultado cuando lo tiene enfrente.

Fue decepcionante que todos lo veíamos como el partido más atractivo de la jornada; por eso, se podrían destacar varios temas mucho más profundos y exitosos que el juego de ayer en el Azteca. La racha de 11 victorias consecutivas del León, que establece una nueva marca en el futbol mexicano. Hay que dimensionarlo como se debe; por ejemplo, es el mismo número de triunfos que tiene Chivas en tres torneos (Clausura y Apertura 2018, así como éste Clausura 2019).

Si esta racha la hubiera conseguido América, Cruz Azul, Pumas o incluso Chivas, sería tema de las portadas en todos los periódicos de México y no se hablaría de otra cosa en los espacios deportivos de radio y televisión, pero como es el León, pocos se atreven a reconocer el espectacular paso del equipo de Ignacio Ambriz.

Y lo más vergonzoso que puede vivir el futbol mexicano fue la brillante idea de ponerle precio al descenso, porque ver un encuentro en el que termina perdiendo 9-2 el Veracruz, ensucia a una Liga que nunca midió las consecuencias de cobrar una multa en vez de mandarlo a la Segunda División. Es penoso ver a un equipo desahuciado cada jornada, como lo son los Tiburones Rojos, con jugadores que no tienen calidad para ser profesionales, ni mucho menos la capacidad moral para entender que —pese a su descenso anticipadísimo— siguen siendo parte de una competencia que merece respeto, por más mediocre que hayan sido sus últimos seis torneos.

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