Pocos minutos separaron a este texto con el inicio de la final en Rusia , donde el futbol se refrescó por la presencia de Croacia . A propósito, lo hice antes de verla, para no tener sentimientos que puedan borrar las pruebas que recopilamos durante más de un mes.

Rusia

fue cuestionada para organizar este Mundial . Aislada, con idioma complejo y una historia de corrupción que manchó la designación de la sede, no se daba un céntimo, pero su gente volteó las cosas. Hicieron un papel excepcional, entendieron que debían cooperar; Vladimir Putin se encargó de permear a su país con instrucciones, ideas y órdenes para que el trato fuera amable, que se quitara esa cara de perro guardián que tienen la mayoría de los rusos.

Moscú

fue una ciudad ejemplar para recibir 11 partidos del Mundial en dos estadios: el majestuoso Luzhniki y la funcional Spartak Arena . Pero no fueron sólo los juegos, fue el punto neurálgico para poder considerar a este país como el organizador del mejor Mundial en la historia, definido así por Gianni Infantino . Lo cierto es que el Mundial pertenece a Europa. La atmósfera es pasional y de conocimiento futbolístico.

Pero en algo tiene razón Infantino: este fue un Mundial estupendo, el de la aparición de las potencias escondidas, como Francia e Inglaterra , el declive de los arrogantes Alemania, Brasil y España. El de la presentación en alta sociedad de Croacia , de la elegante y sobria Bélgica , y de la deslumbrante Rusia .

México

fue el mismo, sembrando falsas esperanzas, porque fue capaz de ganarle a Alemania , pero también de perder con Suecia . Una Selección sin personalidad y con una generación a la que le dieron tres Mundiales y siempre fue el mismo resultado: fracaso rotundo. Eso sí, para gastar y viajar durante todo el torneo, no hubo quién le ganara a los mexicanos. Políticos, empresarios, artistas, pero también aficionados de verdad, quienes hacen todo para estar aquí.

Terminó el último Mundial de la historia, a menos que Infantino se atreva a quitarle el de 2022 a Qatar , país al que que nunca debió darse la sede. El desbarajuste en calendarios en todo el mundo será caótico. No se puede jugar en noviembre y diciembre, mata a todos, desde las ligas más humildes hasta las mega poderosas en Europa .

Si habla de transparencia y honestidad, sería el acto más honesto del presidente de la FIFA cabildear con los poderosos árabes y retirarles la sede. Eso hablaría de un verdadero ejecutivo que busca la honestidad, porque avalar a un país electo por corrupción y actos ilegales, sería ser igual que ellos, y se supone que él es distinto.

Por eso, es importante no dejar que se juegue en Qatar , nación que nada tiene que ver con este deporte, que ni estadios ni aficionados tiene. Sería un error que puede costar caro, sin contar que debemos esperar cuatro años y medio para volver a ver una pelota correr en el Mundial.

En Infantino está limpiar al futbol. Todo lo demás será caer en la mismas garras que su antecesor, el también suizo Joseph Blatter , uno de los corruptos más grandes en la historia del futbol.

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