En Chiapas, la alianza PRI-Partido Verde y Nueva Alianza se preparan para entregar el poder en charola de plata a Morena, el modernísimo camión de la basura que recoge desechos políticos por todos lados. López Obrador se ha convertido en un maquillista virtuoso, puesto que una mayoría de políticos pestilentes que abordan el vehículo, traidores a sus propios principios defendidos a ultranza en las tribunas o en cargos públicos, ahora, destruidos éticamente, él logra en el interior del vehículo, presentarlos con nuevos ropajes, con otra expresión facial una vez decorada mágicamente su piel para resaltar los rasgos más sobresalientes de su rostro hasta convertirlos en personajes dignos de confianza, una vez colocada una aureola dorada sobre sus respectivas cabezas, el símbolo inequívoco de su purificación. El gran Harry Houdini, el ilusionista y escapista más famoso de la historia, no pasa de ser un insignificante lactante al lado de López Obrador. ¡Qué manera de transformar hombres y mujeres, auténticos desperdicios políticos en candidatos dotados de sólidos valores dignos de ser encumbrados a puestos de enorme responsabilidad nacional que una sociedad desesperada, un electorado harto de la corrupción los aceptaría al depositar su boleta en la urna equivocada! Hacen falta dos para bailar el tango…

En Chiapas ha resultado imposible lograr acuerdos políticos y pensar en el futuro del estado. Los contendientes, víctimas de pasiones desbordadas, se arrebatan el poder entre gritos, empujones, insultos y jaloneos sin que exista una voz con la debida autoridad para imponer el orden con un sonoro manotazo, que bien debería provenir de Los Pinos. Una vez aceptado que en los partidos políticos mexicanos no existe la democracia ni se toma en cuenta la opinión de los militantes, dado que Meade, Anaya y López Obrador no fueron electos por las bases, sino impuestos con el elocuente movimiento de un dedo o en cónclaves secretos o simplemente auto impuestos y todos a callar, aceptada esa patética realidad de nuestro embrionario desarrollo político, entonces, le corresponde a Meade negociar con Peña Nieto la unción del candidato que más convenga a su alianza “Todos por México”, antes de que AMLO se alce con la victoria en un estado que logró un millón de votos para el PRI en 2012. La alianza PAN-PRD-MC, una verdadera lástima, no parece tener fuerza alguna ni posibilidades de triunfo electoral en Chiapas. Me hubiera encantado ver a la coalición “Por México al Frente” en acción en Chiapas…

¿Cuál es el origen del entuerto? Nuño, un joven político, autor exitoso de una imprescindible e inaplazable reforma educativa de nuestro país afortunadamente elevada a nivel constitucional, por la cual se merece un gran ¡Bravo!, más aún si no se ignora que AMLO, un poderoso defensor de la ignorancia, pretendería su derogación; Nuño, decía, tiene entablado un pleito a muerte en contra de Manuel Velasco, el actual gobernador del estado, quien jugó su suerte política a favor de Osorio Chong y además obstaculizó las negociaciones de la dicha reforma con la disidencia magisterial chiapaneca. El conflicto electoral se reduce entonces a un mero pleito de rencores políticos inadmisible en el actual entorno político.

Nuño, olvidándose de su posición como coordinador de campaña de Meade, intenta vengarse de Manuel Velasco imponiendo a Roberto Albores Gleason, quien no goza del prestigio necesario para ganar la elección, con lo cual, al perderse Chiapas, bien se podría lastimar la campaña del abanderado del tricolor al restarle cientos de miles de votos chiapanecos en las elecciones presidenciales.

El apetito de venganza de Nuño en contra de Velasco no puede ir tan lejos como para sabotear, en la proporción que se desee, los objetivos de Meade, ya no los de Anaya, puesto que en Chiapas los panistas la saben perdida de toda suerte.

En estas mismas páginas critiqué abiertamente la gestión hacendaria de Videgaray, así como la catastrófica invitación hecha a Trump, pero si en algo fue indiscutiblemente exitoso el actual secretario de Relaciones Exteriores fue como coordinador de la campaña de Peña Nieto, durante la cual no apareció la codicia personal ni el rencor en contra de nadie, ni saboteó los objetivos electorales que ambos perseguían, mucho menos se hubiera sentido halagado por el hecho de saber que si su jefe hubiera sido destituido, el sería el candidato sustituto, tal y como acontece con Nuño, quien yo no lo dudaría en lo personal, desearía ser ungido el mes entrante como el candidato tricolor en lugar de Meade. Videgaray logró que Peña Nieto le ganara a AMLO con 3 millones de votos, un triunfo que se deshizo como papel mojado dadas las condiciones en que terminará desprestigiada la actual administración.

Nuño debe ver sólo por el éxito de su partido y de la alianza en Chiapas y dejar sus rencores, si fuera el caso, para otro momento político. Si Roberto Albores no es el candidato idóneo, si Nueva Alianza ya abandonó en Chiapas al PRI y al Verde y la desunión favorecerá a Morena, es el momento de medir los tamaños de Meade y cuidar su elección escogiendo al mejor hombre para Chiapas, sin tomar en cuenta la opinión de su coordinador y logrando un acuerdo con Peña Nieto que le garantice la estabilidad en aquel estado, así como le asegure cientos de miles de votos a su propia campaña.

Nuño debe aprender de Videgaray y apartar a su jefe de cualquier obstáculo que impida su acceso a la Presidencia, en lugar de colocar tropiezos por rencillas personales. Meade debe dar el manotazo, es su campaña, es su futuro. Queremos verlo en acción. Chiapas es una gran oportunidad… Pronto podremos medir los tamaños de Anaya…

@fmartinmoreno
www.franciscomartinmoreno.com

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