¿Se puede hablar bien-bien en un restaurante? ¿Se pudieron decir lo que tienen que decirse José Antonio Meade y Miguel Osorio Chong? ¿Se pudieron reclamar lo que tienen que reclamarse el casi candidato del PRI a la Presidencia y el secretario de Gobernación? ¿Negociar lo que tocara? ¿Habrán tenido la privacidad suficiente? ¿Habrán desconfiado de las mesas de al lado? ¿De los meseros que les servían? ¿De que alguien pudiera tener algún aparato para interceptar sus voces a distancia?

En Puerto Chico sirven muy bien la gastronomía española. Así que si no pudieron expresarse con libertad, por lo menos ayer comieron rico.

¿Una apuesta? No lograron desahogar lo que hay entre ambos. En 90 minutos que duró la comparecencia pública, al menos.

Es claro que Osorio Chong está enojado por la designación presidencial. La distancia en el anuncio de Peña Nieto y la frialdad en su reacción al destape fueron notorias. La historia de tensiones con Meade tiene más de un año. Es claro que el candidato siente que el secretario de Gobernación jugó demasiado rudo en la carrera que terminó ganando.

¿Se arreglarán? Está en el interés de ambos.

Meade tuvo un destape con muy favorable inercia. No le convendría que alguien interrumpiera esta racha, y menos con alguna señal de división dentro del PRI. Porque cada vez que se fractura, el PRI pierde. En estos días he publicado en esta columna que la unidad del PRI es factor indispensable para que tenga posibilidades en las elecciones del 1 de julio de 2018.

Osorio tiene muchos hilos de poder en el PRI y los estados, en sectores más tradicionales, más duros del partido que no necesariamente están entusiasmados con Meade. Pero también tiene algunos cadáveres en el clóset, o por lo menos, sospechas de ellos. Alguno le fue publicado el domingo de la semana pasada, justo cuando el presidente Peña Nieto invitó a comer en Los Pinos a todos los aspirantes a la candidatura priísta a “La Grande”. Meade comandaba ni más ni menos que la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda. Si hay expedientes con el apellido Osorio Chong, él tiene copia.

En este contexto, lo lógico sería que se arreglaran. Pero no siempre la lógica se impone en política. Y los cálculos de las consecuencias de pactar o no, sólo los saben ellos con exactitud.

Por lo pronto, habrá una señal que nos diga en qué quedaron.

En los pasillos del poder en México se sabe que el pequeño Partido Encuentro Social está bajo la influencia política de Osorio Chong. El PES ha estado negociando con Morena. Deberían anunciar una alianza en unos días. Si sucede, se interpretaría como que Osorio Chong rompió con Meade. Lo veremos.

SACIAMORBOS. Se afina el método de selección de candidato del Frente. Ahorita está como mayor posibilidad que haya una “semifinal” dentro de cada partido (los panistas abriéndola a militantes, por ejemplo), y luego entre el ganador del PAN y del PRD se defina al “bueno” con un serial de encuestas y estudios de opinión. Nada amarrado. Sigue pasando el tiempo. Que no los deje el tren de la sucesión.

historiasreportero@gmail.com

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