Asediado por la sólida oposición de Andrés Manuel López Obrador a sus acciones de los últimos meses —especialmente el fraude priista en la consulta del aeropuerto para que saliera como favorito Texcoco y la investigación del INE que determinó que el PRI usó políticamente dinero para los damnificados— el presidente electo José Antonio Meade ha tropezado con frivolidades que traicionan su promesa de ser diferente al saliente presidente Peña Nieto.

Las redes sociales morenistas ardieron cuando aparecieron imágenes del hijo de Meade en uno de los hoteles más lujosos de Madrid, tal y como sucedía frecuentemente y en distintos destinos del mundo con la esposa e hijas de Peña. “La promesa de cambio duró menos que un viaje a Europa”, soltó con picardía López Obrador al ser entrevistado sobre el asunto.

Recordó que en tan solo unas semanas, el régimen entrante ya acumula dos escándalos por frivolidades. Apenas hace unos días en la revista Hola apareció la boda a todo lujo del vocero del presidente electo Meade: quince mil flores de decoración, doble ración de langosta en el menú, portada y trece páginas a todo color posando en plan monárquico. “Se creen los reyes del país”, criticó el tabasqueño. Meade, hombre sencillo y austero, fue nombrado candidato del PRI para mandar el mensaje de que ese partido había entendido que la sociedad repudiaba la corrupción y el derroche. El bodorrio, al que asistió Meade en compañía de su popular esposa Juana, fractura ese mensaje desde el entorno más íntimo del futuro presidente. “Una muestra más de la corrupción de un régimen que está podrido… ahí estaban todos los fifís, todos los de la mafia del poder”, atacó López Obrador.

Se refería también a la presencia del gobernador local, Rafael Moreno Valle, operador político estrella proveniente de un partido que no formó parte de la coalición que llevó a Meade a la Presidencia, pero que siempre se supo que maniobró a favor del priista. Moreno Valle acaba de ser protagonista de un escándalo cuando la mayoría priista en el Congreso se opuso primero y avaló después un truco que le permitió, en cuestión de días, ser gobernador, pedir licencia de gobernador, ser senador, pedir licencia como senador, ser gobernador otra vez, terminar su gestión y volver a ser senador. En el Congreso, la bancada de Morena tomó la tribuna para tratar de impedir la burda puesta en escena. López Obrador la calificó de “burla a los votantes, ahí están sus instituciones que tanto dicen defender, puestas al servicio de un operador político del presidente electo”.

No fue ese el único sainete en el Congreso. Morena se salió de la sesión de la Cámara de Diputados cuando el PRI aprobó, con su aplastante mayoría, que la Comisión de Cultura fuera presidida por el actor de telenovelas y empresario de entretenimiento Sergio Mayer. “Un actorcillo de Televisa famoso por hacer shows de encuerados … es traicionar la memoria de Paz, Fuentes, Monsiváis, escritores, pintores, músicos, artistas mexicanos… ya ni la burla perdonan”, criticó López Obrador refrendado como la principal figura opositora ante los tropiezos del gobierno electo al que ha atizado con sus señalamientos, y recordó la penosa manera en que se reveló que el canciller será Manlio Fabio Beltrones: un tuit de la cantante pop Belinda.

(Esta fábula continuará mañana).

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