La búsqueda de empleo formal después de los 35 años es complicada. “De acuerdo con la asociación por la no discriminación laboral por edad o género, 55% de empresas privadas y del gobierno exigen que la edad tope sea los 35 años, mientras que sólo 10% acepta personas cuya edad máxima oscile entre 48 y 50 años” (El Universal, 17-8-17). En Universia, sitio de noticias, con una referencia a Manpower, que las personas mayores de esta edad que buscan trabajo deben llevar a cabo una estrategia en la que destaquen la experiencia y su apego a valores y que los puestos disponibles para ellos son mensajería interna, ayudantes generales, demostradores, enfermería, auxiliares, choferes, contadores públicos y administradores.

En el mismo sentido, la Comisión Nacional para prevenir la Discriminación (Conapred) informa que el año pasado admitió 536 reclamaciones o quejas, 20 % del ámbito laboral, en que la edad es la sexta causa en orden de importancia de discriminación para obtener un empleo. Hay una segregación medida por la reacción de quienes denuncian que han sufrido algún tipo de ésta. En forma directa, zonajobs.com.mx reveló que la disponibilidad de puestos está condicionada por la edad: los menores de 25 años acceden al 85%, los mayores a 35 al 60% y los mayores de 45 sólo al 20%

El análisis de las cifras de empleo arroja que a partir de los 35 años, el porcentaje de población económicamente activa en la informalidad aumenta. Las personas entre los 35 y 60 años son el 45% de los desocupados, cifra que se ha incrementado, ya que en el 2000 sólo eran el 24%. Si incluimos la perspectiva de género, hay que señalar que las mujeres son quienes más dificultad encuentran en el proceso de incorporación al mercado laboral formal o abandonan la búsqueda para desarrollar papeles más familiares.

¿Cómo es la vida después de los 35 años para la mayoría de los mexicanos? La continuidad en el mercado laboral depende en gran medida de su vinculación añeja con una organización o sector de la economía o de su capacidad o posibilidad de emplearse a si mismo. Esta circunstancia favorece a las personas de mayor nivel académico. El promedio de ingreso decrece y las oportunidades de insertarse en una empresa o actividad nueva disminuyen significativamente. Una preocupación adicional de este grupo poblacional es que deben constituir un ahorro suficiente para contar con un ingreso digno después de los sesenta años o cuando por alguna situación los obligue a retirarse o lo excluyan de la población económicamente activa como un accidente o una enfermedad invalidante.

A los 35 años, suponiendo que se comienza a trabajar a los 18, el individuo se encuentra más o menos a la mitad de su vida productiva, es decir, en promedio, le resta otro tanto de tiempo similar o mayor de productividad laboral. Además, si suponemos que son parte del bono demográfico, que contribuyen a financiar el retiro de los pensionados actuales, y que hay una inversión social importante en su preparación y entrenamiento de este grupo poblacional, entonces, su exclusión sistemática de los elegibles para un puesto de trabajo por los empleadores parece que es un sin sentido.

¿Por qué hay políticas laborales que segregan a este sector poblacional? Primero, la oferta de mano de obra calificada y semicalificada abundante que se refleja en las tasas altas de desocupación, subocupación e informalidad, que si bien han ido a la baja en la última década, todavía son preocupantes. Segundo, las exigencias económicas y conciencia de los derechos laborales son mayores entre quienes ya cumplieron los 35 años. Tercero, la antigüedad laboral genera contingentes o pasivos que eventualmente deberán afrontar las empresas cuando el trabajador alcance la edad de retiro, por lo que hay una tendencia a mantener la edad promedio de los trabajadores alrededor de los 30 y liquidar a quienes acumulan muchos años de servicio para una organización y ofrecerles esquemas de colaboración por “outsourcing” o “free lance”.

Los empleadores argumentan baja productividad de este grupo poblacional. Después de los 35 años, según Silvano Soto, Director de Contenido de Amedirth, que “aun cuando no hay una tendencia, las empresas de servicios, administración y servicios educativos son las que recurren a más filtros de edad…las compañías reclutadoras buscan la mayor rentabilidad de sus empleados y consideran que los mayores de 35 o 40 años tienen problemas de movilidad, visión, manejo de tecnología, impedimentos físicos y de salud que los hacen improductivos” (Publimetro, 9-03-17). Ya ni hablar de las personas de la tercera edad.

La vida laboral después de los 35 años en estas condiciones augura que en dos décadas el problema pensionario será más grave. Sin reservas colectivas, ni individuales para garantizar la subsistencia de un grupo poblacional que está siendo desplazado prematuramente del mercado de trabajo. Este es otro tema que debe debatirse en las campañas de 2018, pero los partidos políticos están en un “loop” en el que sólo importan sus problemas de financiamiento, las viejas rencillas entre ellos o a las alianzas para aumentar su competitividad electoral.


Profesor de Posgrado de la Universidad Anahuac del Norte
cmatutegonzalez@yahoo.com.mx

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