Estimado PAN:

Me tienen muy sorprendido.

Lo que pasó y lo que está pasando con ustedes estas últimas semanas, es digno de una comedia costumbrista.

Ha habido lágrimas.

Y...

Ha habido risas.

Es tal la confusión con la que andan viviendo estos días, que hasta el joven Damián Zepeda se las volvió hacer.

Y para mis lectores que no estén enterados de lo que pasó y está pasando en su partido, les daré una minisíntesis:

Hace seis meses aproximadamente, su Joven Maravilla 1 , presidente de su partido, Ricardo Anaya, se lanza —por la libre— a la candidatura por la Presidencia de la República.

Por arte de magia la obtuvo y con esa misma magia deja como presidente interino en su lugar al Joven Maravilla 2, Damián Zepeda.

Este Joven Maravilla 2 acepta con mucho gusto suplir al Joven Maravilla 1.

Hasta ahí, todo bien.

Ustedes ya tienen candidato y presidente substituto en su partido.

Tienen su alianza con el PRD y con Movimiento Ciudadano.

Aunque tengo entendido que hubo un arroz negro en la cocina.

Muchos panistas no estuvieron de acuerdo con las formas.

Pero ellos no importan.

Lo que importaba es que el pastel ya estaba en el horno.

Y así pasaron los días.

El Joven Maravilla 1 en campaña y el Joven Maravilla 2 mentando madres todos los días, hasta que finalmente… llegó el 1 de julio.

¡En la madre!, exclamaron los Jóvenes Maravilla 1 y 2.

Perdimos.

El Joven Maravilla 2 pensó:

“Adiós, secretaría de Estado. Adiós a mi candidatura presidencial dentro de 6 años y adiós a mi futura Presidencia….”.

(Por cierto, ese comentario, también lo hicieron varios priistas y no priistas).

Y así pasaron las semanas hasta que hace unos días, el Joven Maravilla 2 dijo:

“¡En la madre!, ahora, ¿quién podrá salvarme?”

En esos momentos salió una voz de las tinieblas.

Tú solo te podrás salvar Damiancito.

¿Cómo?, le preguntó Damián a esa voz.

Muy fácil.

Tú eres el presidente del PAN.

Eres senador.

Nombra a un Joven Maravilla 3 como presidente interino, dale la orden de que te nombre coordinador de los senadores, y ya.

Y es así que llegamos al día de hoy.

Dedazo por dedazo.

Y error tras error.

Pero las cosas van a cambiar.

Ustedes, los panistas serios, están conformando un grupo amplio para poner a Héctor Larios como presidente.

Héctor es un hombre de bien, panista, ético y líder.

Estoy seguro de que Héctor podrá con el paquete.

Y ustedes se preguntarán qué pasará con Damiancito cuando gane Larios.

Yo ya sé la respuesta. ¿Y ustedes?

eluniversal@alazraki.com.mx

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