Bajo la premisa de que lo que el pueblo pone, el pueblo debe poder quitar, Andrés Manuel López Obrador está impulsando un cambio constitucional para permitir la figura de la revocación de mandato, de tal forma que, en el 2021, su nombre aparezca en la boleta electoral para ver si el pueblo quiere que siga o no siendo el presidente de México.

Habiendo tantos problemas en el país, vale la pena preguntarnos si meternos en un galimatías como el de la duración de los presidentes en su encargo es uno que apremie hoy en México. Y es que para AMLO la premisa es sencilla: que el pueblo decida si sigo o no en el poder. Pero veamos dos ejemplos de dos democracias mucho más consolidadas que la mexicana, para entender lo complejo que puede ser abrir la caja de la revocación del mandato en México.

En octubre pasado, en una pequeña ciudad de Massachusetts llamada Fall River, el alcalde Jasiel Correia fue arrestado por cargos de fraude y falsificación en su declaración de impuestos. Resulta que Correia, además de ser político, juntó dinero de inversionistas para supuestamente desarrollar una aplicación de mercadotecnia. En lugar de esta inversión, el joven de 26 años se gastó los 230 mil dólares de los inversionistas en joyería, ropa, un Mercedes Benz y para su campaña de alcalde.

Cuando es acusado de fraude, Correia se rehúsa a abandonar el cargo. Un número suficiente de ciudadanos juntó las firmas necesarias para obligar a una consulta de revocación de mandato y una nueva elección que se llevó a cabo el martes 12 de marzo.

El resultado: 61 por ciento de los ciudadanos votaron por revocarle el mandato. Fue un claro mandato popular el que este joven abandonara la alcaldía. Pero… la segunda pregunta hecha a los ciudadanos de Fall River fue: ¿quién debe quedarse en el lugar de Correia, en caso de votarse su salida? La alternativa estaba entre cinco candidatos, uno de ellos el mismo Correia, quien fue el que más votos recibió para ser el nuevo alcalde.

Así, el mandato popular fue revocarle el mandato a Correia…y reelegirlo. Todo el mismo día.

El otro ejemplo es el Brexit. Cuando en junio de 2016 los británicos votaron por ‘Quedarse’ o ‘Salirse’ de la Unión Europea, el referéndum parecía algo sencillo. Casi tres años después de parálisis y desencuentros, resulta que esa caja de pandora que abrió David Cameron ha sido de lo más compleja. Si bien el significado de ‘quedarse’ fue apoyado por el 48.1 por ciento y ‘salirse’ ganó con el 51.9 por ciento, las alternativas sobre qué significa ‘salirse’ son tantas que el argumento de que la mayoría en Gran Bretaña prefiere quedarse podría ser la más sólida.

¿Queremos realmente en México abrir la alternativa que modificaría el periodo para el cual elegimos a nuestros presidentes? Si hasta ahora la duración de un sexenio para el ejecutivo federal ha funcionado tan bien ¿para qué metemos ruido innecesario? Sobre todo, tomando en cuenta que la minuta aprobada en diputados y que ahora se discutirá en el Senado inyecta 4 variables ya anticipadas de incertidumbre:

1. Genera competencia desleal a favor del partido del presidente en turno al plantear la consulta sobre revocación el mismo día de la elección federal.

2. No deja claro si será el INE el encargado de realizar esta consulta o si, como en las consultas que ya ha hecho AMLO sin seguir las reglas electorales, lo hará una empresa carente de esa institucionalidad.

3. ¿Qué pasa si la decisión del pueblo es revocar el mandato presidencial? No hay claridad en la propuesta actual de Morena. Si bien hoy AMLO parece estar seguro de que se refrendará su mandato, los cambios constitucionales deben ser institucionales. ¿Qué pasa si la revocación se hace en un futuro sobre un presidente que no sea tan popular como él?

4. En ninguna democracia consolidada puede solicitar la revocación de mandato el titular del ejecutivo. De quedar así, como lo establece la minuta aprobada por la Cámara de Diputados, sería mejor llamarle ejercicio de aclamación popular o de acariciado de ego.



@AnaPOrdorica

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