El lunes finalizó la séptima ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Con ello, se cerraron 6 capítulos de los 30 que abarca la renegociación del TLCAN. Un tema que se mencionó en la conferencia de prensa fueron los aranceles propuestos por la administración de Donald Trump a las importaciones de acero y aluminio. Al respecto, la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, comentó que cualquier restricción comercial es inaceptable y que en caso de que se impongan restricciones comerciales a esos productos, Canadá tomará las medidas apropiadas para defender sus intereses comerciales.

Considero que es pertinente contextualizar la racionalidad detrás de dichos aranceles. Estados Unidos es el principal importador de acero en el mundo. En 2016, las importaciones de acero de EU fueron equivalentes al 8% de las importaciones mundiales de ese producto. Sus principales proveedores son Canadá (15% del total de las importaciones en 2017; medidas en dólares), Brasil (9%), Corea del Sur (8.4%), Rusia (8.1%) y México (7%). De igual forma, Estados Unidos ha mantenido un déficit en la balanza comercial de acero desde 2009.

En el caso del aluminio, Canadá es también el principal exportador de dicho metal a EU con 39.2% de la participación, mientras que México es el quinto proveedor con sólo 1.4% de participación en tales importaciones. Asimismo, las importaciones de aluminio de EU aumentaron 14% en 2017. Además, de 2013 a 2016, el empleo en la industria del aluminio cayó 58%, se cerraron seis fundidoras y sólo dos de las cinco fundidoras restantes operan a capacidad, aunque la demanda estadounidense ha crecido.

El proceso estándar en EU para la imposición de tarifas arancelarias por parte del Ejecutivo es presentar su caso ante la Comisión de Comercio Internacional. No obstante, Trump invocó la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 para argumentar que las importaciones de acero y aluminio representan una amenaza para la seguridad nacional. Dicha sección otorga la facultad al presidente de imponer aranceles unilateralmente. Al respecto, varios especialistas comerciales han argumentado que la idea de que las importaciones de tales productos representen una amenaza a la seguridad nacional es altamente cuestionable.

Anteriormente otros presidentes estadounidenses ya habían utilizado la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial para imponer sanciones arancelarias. Richard Nixon y Gerald Ford la usaron para limitar las importaciones de petróleo en 1971 y 1975. La última vez que se elaboró un reporte oficial para evaluar el impacto de las importaciones de acero en la seguridad nacional de EU fue en 2001 en la presidencia de George Bush.

La investigación presentada por el secretario de Comercio, Wilbur Ross, para la imposición de las tarifas a las importaciones de acero argumenta que el acero es necesario no sólo para los requerimientos militares estadounidenses, sino vital para la expansión de la infraestructura pública. El documento muestra que el exceso de capacidad mundial es de 700 millones de toneladas, casi siete veces el consumo anual de acero de EU. En promedio, la producción de acero de China en un mes es ligeramente menor a la producción de acero de EU de un año. Para ciertos tipos de acero, como transformadores eléctricos, sólo queda un productor de EU.

En el caso del aluminio, Wilbur Ross argumentó que el consumo militar de aluminio representa un pequeño porcentaje del total y, por lo tanto, es insuficiente en sí mismo para preservar la viabilidad de la producción estadounidense. Ejemplo de ello, es que sólo una empresa en EU fabrica la aleación de aluminio de alta calidad necesaria para la industria aeroespacial militar, por lo que es relevante proteger a la industria.

La imposición de estos aranceles tendrá un impacto negativo sobre la producción manufacturera de EU. Las industrias que se verán más afectadas serán la automotriz, la de bebidas —tanto alcohólicas como no alcohólicas— y los productores de petróleo. De igual forma, estos aranceles se traducirán en mayores presiones inflacionarias, ya que los productores tratarán de pasar parte del incremento en costos de estos insumos a los consumidores, lo que eventualmente podría implicar una postura monetaria más restrictiva por parte de la Reserva Federal.

Cabe señalar que Trump comentó que podría eliminar las referidas tarifas a Canadá y México de lograr una renegociación del TLCAN benéfica para EU. En el caso de México, el impacto de estos aranceles no sería significativo, ya que las exportaciones mexicanas de acero y aluminio representan menos del 0.9% de las exportaciones mexicanas totales hacia EU. Ello implica que tales aranceles no son un factor muy relevante a considerar para México en la renegociación del TLCAN. En contraste, dichas tarifas castigarían más a Canadá, ya que las exportaciones de acero y aluminio son equivalentes a 4% del total de las exportaciones que realizan a EU.

Otros países podrían adoptar medidas en respuesta a estas tarifas. De hecho, la Unión Europea anunció el martes que impondría aranceles a las importaciones de maíz, whiskey y motocicletas producidas en EU como represalia. Cabe destacar que si bien estos aranceles compensatorios no tendrían un impacto significativo sobre la economía estadounidense, si enviarían una señal importante, ya que son productos emblemáticos de la cultura estadounidense y en su mayoría son producidos en estados republicanos.

En 1817, es decir, hace más de dos siglos, David Ricardo publicó sus Principios de Economía Política y Tributación, en cuyo capítulo VII presenta su Teoría de las Ventajas Comparativas y como los países se benefician mutuamente del comercio internacional. De hecho, aun si un país tiene ventaja respecto del resto del mundo en la producción de todos los bienes, como quiera le convendrá especializarse en los que tiene ventaja relativa y así se beneficiará del intercambio con el exterior. Un principio básico y fundamental del mensaje de David Ricardo es que el comercio internacional no es un intercambio de suma cero, ya que los participantes se benefician mutuamente y la producción global aumenta. En este contexto, los aranceles propuestos por la administración actual de Estados Unidos de Trump constituyen una visión incorrecta del ideal de la política comercial estadounidense.

Economista Senior de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.

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