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De no ser así, la pinza apuntaría para que el punto final se diera sólo a nivel ministerial. La intención es cerrar la cortina el día 20.
El apresuramiento, lo adivinó usted, apunta a mostrar al gobierno de Estados Unidos que el mundo no se acaba sin el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, vamos que México tiene opciones alternas para colocar sus exportaciones sin aranceles.
En la ruta, se está buscando la vía para revivir el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en ingles), que se quedó en el limbo justo tras la salida de Estados Unidos cuando la negociación estaba en vías de ratificación por los Congresos de los 12 países.
Adicionalmente, se negocia a toda velocidad para acuerdos bilaterales con naciones como Argentina, además de Uruguay y eventualmente Brasil.
Sí hay, pues, Plan B.
Aunque al interior de Estados Unidos la presión es cada vez más intensa a nivel del sector agrícola, la Casa Blanca amarra por su lado el sí de las grandes empresas a una eventual ruptura del acuerdo, sobre la base de la baja de 15 puntos del Impuesto sobre la Renta.
El lunes pasado los teléfonos de la residencia oficial del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se bloquearon ante una catarata de llamadas de los agricultores, ganaderos y demás derivados y conexos para exigir la continuidad del TLCAN.
Ni los veo ni los oigo, diría el empresario vuelto político.
El problema es que la prisa por cerrar el tema del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea se podría llevar entre las patas a productores del sector agroindustrial al integrarse nuevos capítulos al acuerdo, por ejemplo, frutas.
México, pues, podría canjear la exportación de productos novedosos a la zona, el plátano por ejemplo, por otros de gran potencial para los europeos.
Tú me vendes, yo te vendo.
Uno de los sectores en peligro podría ser el de la leche, en un escenario en que la región produce 20 mil 312 millones de litros al año frente a los 4 mil 500 millones del país, por más que el producto es más barato aquí, a contrapelo de los enormes subsidios de allá.
La propuesta plantea un ingreso inicial libre de arancel, o bajo el esquema de “cuotas”, de 100 mil toneladas del lácteo… frente a los 8 mil que han llegado al país, en promedio, en los últimos cinco años.
De hecho, en afán de no hacer mayores olas, el jueves pasado se reunió en la Secretaría de Economía a los representantes de la Federación Mexicana de Lecheros y la Confederación Nacional de Asociaciones Ganaderas.
En la carambola, los países europeos están exigiendo que, abierta de par en par la posibilidad de exportar quesos, se respeten las denominaciones de origen de éstos, es decir el nombre genérico de productos sólo procesados en determinadas regiones.
Estamos hablando, por ejemplo, de quesos gouda, edam Boeren-Leidse y kanterkaas de Holanda, los gailtaler almkäse y tiroler almkäse de Austria; el odenwälder de Alemania.
La paradoja del caso es que la exigencia impediría el ingreso de quesos similares fabricados en Estados Unidos con diferentes nombres, lo que le daría otro empujoncito a la tumba al TLCAN.
Disparo en la oscuridad.
Balance general.
La sorpresa de la temporada se dio el jueves pasado en la instalación del Comité de Auscultación que sancionará la elección del nuevo presidente de la Concamin, ante la presencia en calidad de garantes de dos funcionarios de la Secretaría de economía,
Ellos fueron Jania Navarro y Sergio Fernández, directora general adjunta y director de Enlace con las Cámaras y Confederaciones.
Aunque la Ley de las Cámaras Empresariales y sus Confederaciones faculta a la dependencia para sancionar la buena marcha de éstas, no ha sido usual su presencia.
Naturalmente, el penoso caso de la Concanaco gravitó en el escenario.
En el marco de transparencia se nombró como auscultadores a los ex presidentes del organismo, Jesús Ceballos y Alfonso Pandal, además de los industriales Manuel Urueta y Rafael Zaga, este último del ramo textil.
En el evento estuvieron presentes el decano de los ex presidentes, Prudencio López, además de Alejandro Martínez Gallardo y Javier Prieto.
El ambiente era de fiesta.
La intención es que la dependencia lo turne a su vez a la Organización de las Naciones Unidas para su reconocimiento y efectos.
Se trata de abrir un nuevo marco frente a la Declaración Universal de Derechos Humanos firmada en París en 1992.
En la confección del texto participó también la Fundación José Saramago y el World Future Society, capítulo México.
En el marco se subraya, por ejemplo, el compromiso de personas, organizaciones económicas empresariales y sociales de no participar ni condonar prácticas de desaparición forzada, esclavitud, trata de niños y adultos, tortura, tratos inhumanos, crueles, degradantes, violencia de género, explotación infantil y trabajo forzoso.
Cinépolis filantrópica.
Durante meses, la cadena de salas Cinépolis realizó una campaña de donación entre el público bajo la promesa de duplicar los donativos que se entregaran a favor de quienes están en peligro de perder la vista. “Del amor nace la vista”, decía el slogan.
La tienda de enfrente, Cinemex, con el resto de las empresas del rey del cobre, Germán Larrea Mota Velasco, realiza una tarea genérica a favor de la salud vía un ferrocarril de Ferromex equipado que corre a lo largo de la republica, deteniéndose en comunidades de extrema pobreza.
El caso es que cerrada la colecta, la empresa multinacional encabezada por Alejandro Ramírez Magaña, quien es presidente del Consejo Mexicano de Negocios, contrató a una firma para realizar la tarea.
El gesto solidario, como lo ha documentado EL UNIVERSAL, resultó contraproducente para los enfermos, con énfasis en cataratas, por más que Cinépolis sólo reconoce que dos de ellos quedaron ciegos.
La experiencia obliga al Centro Mexicano de Filantropía a revisar las reglas frente a quienes aspiran a su distintivo de empresas socialmente responsables.