Tengo años preguntándome cuántos cartones ha realizado Helioflores desde aquella lejana publicación que apareció en la revista Pepín, a finales de los años cuarenta cuando ya pintaba, literalmente, para ser un niño prodigio y ser, ahora, el gran pintor de nuestra realidad.

Sin duda, han sido miles los dibujos creados en su imaginación y plasmados con su plumilla. Bueno, es un decir, sus dibujos, corrijo, nacen de una realidad contradictoria, absurda, aberrante, desigual, que choca con su virtuosismo al trazar esos momentos y, más aún, se convierten en una expresión muy realista del espanto que el poder ha gestado en este país y, también, en este mundo.

Helioflores, hoy 8 de octubre, cumple ochenta años.

Hay que agradecer al universo su existencia pues, como pocos artistas, ha logrado mantenerse vigente durante más de medio siglo a pesar de la censura, de los controles y de la decepción política.

Su presencia dentro del humorismo gráfico fue alabada por uno de los mayores críticos de la historia del arte en México, Jorge Alberto Manrique, a través de la revista La palabra y el hombre (1960) de la Universidad Veracruzana. Helio contaba con 22 años pero, al contrario de muchos otros jóvenes que pierden el piso apenas son medianamente alabados, para él fue un reto para ser siempre mejor, objetivo logrado sin duda alguna. Manrique lo describió como “uno de los caricaturistas jóvenes más interesantes en México y con más posibilidades en el futuro. Un nuevo sentido de lo cómico, una percepción aguda y una crítica certera, servidos por un dibujo realmente efectivo, son las mejores cualidades que podemos encontrar en él”.

Para un hombre ajeno a la mediocridad, fue un estímulo a seguir volando. Helio se preparó, estudió arquitectura y luego se marchó a Nueva York a seguir aprendiendo y regresar a México para transitar por ese largo camino que lo convertiría en uno de los diez mejores caricaturistas del mundo, según lo dicho por uno de sus colegas más populares y más leídos en México: Rius.

Hay que celebrar a Helioflores, su majestuosa obra que fue parte importante, junto con una generación combativa, de la libertad de expresión y, de alguna manera, de la democratización del país.

En estas seis décadas de creación artística, Helio ya forma parte del panteón, dicho en su sentido literal, lugar que habitan los dioses, de la caricatura mexicana como Escalante, Villasana, Santiago Hernández, Posada, García Cabral y una larguísima lista de grandes autores que, pareciera, comienza a extinguirse ante el fin de la prensa escrita, la falta de preparación académica de muchos jóvenes que poco conocen de nuestra historia y de nuestra políticos pero, tal vez lo más grave, de la conversión oficialista de muchos caricaturistas críticos que pervierten su visión crítica, con una visión panfletaria y de sumisión al presidencialismo que parecía haberse superado.

Celebremos el nacimiento de un gigante del humorismo gráfico, del más importante autor vivo de nuestra caricatura. Salud por la obra eterna de Helio Flores Viveros, que nació en Xalapa y se convirtió en el caricaturista mexicano más universal.

***En la foto: Helio Flores celebra sus 80 años y también cumple seis décadas de creación artística (CORTESÍA AGUSTÍN SÁNCHEZ)

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