Dicen los economistas que los recortes al gasto público son un acto responsable… Así comenzaba una columna hace dos años cuando se anunció un recorte al presupuesto cultural de 20% para 2017. Tres años antes, a fines de 2013, empezaba así otro texto: “Cuando descubres el divorcio entre el discurso político y la realidad, los programas oficiales y las prácticas culturales de la mayoría de la gente, entre el pensamiento que se desarrolla en la academia y lo que se discute en el Congreso; cuando escuchas que somos un país megadiverso y rico culturalmente pero no ves un Estado que apueste por potenciarlo…” Entonces, el presupuesto aprobado para 2014 implicaba un recorte de 4 mil millones de pesos a la cultura.

Es decir, cada año hay que buscar nuevas palabras y argumentos para iniciar una batalla más contra la reducción sostenida al presupuesto cultural en los últimos años. Sin embargo, el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para 2019 presentado al Congreso hace unos días sorprendió mucho más porque se trata del monto más bajo asignado a cultura en los últimos tres sexenios. Y porque durante meses escuchamos que en la Cuarta Transformación la cultura estaría en el centro de una nueva política de desarrollo, en palabras de Alejandra Frausto, hoy titular de la Secretaría de Cultura. Más recientemente, Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, aseguraba que defendería un presupuesto no menor al de 16 mil millones de pesos que se alcanzó en 2012. Es más, dijo que aspiraba a un PEF donde el sector cultural contara con más de 22 mil millones.

Si la cultura “es el centro de una política de desarrollo” ¿cómo es que se le aplica un recorte de 7.6%? Los 12 mil 394, 090, 259 millones de pesos asignados representan, según el analista Carlos Villaseñor, el .21% del PEF y 522 millones de pesos menos con respecto al presupuesto aprobado el año pasado. En la danza de las cifras e interpretaciones, la otra versión, según un comunicado de la Secretaría de Cultura, es que en realidad hay “un aumento” en el presupuesto de 1.9%; además, “hay recursos suficientes para las actividades sustantivas del sector cultural” y “el presupuesto para actividades culturales creció en 52% en beneficio de los artistas, creadores y colectivos culturales de las comunidades”. Se redujeron, asegura la SC en el documento, “gastos superfluos y privilegios de altos funcionarios”.

El hecho es que el INBA sufrirá una disminución del 5.41% en su presupuesto, Imcine del 15%, Bibliotecas, Radio Educación, Canal 22, el Centro Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas… también tendrán recortes significativos. En ese contexto, un grupo numeroso de trabajadores del sector que tenían “contrataciones temporales” llegan a fin de año con incertidumbre laboral, mientras que, a la infraestructura museística, en continuo deterioro por falta de presupuesto, le urge mantenimiento.

Inevitable señalar contrastes: Defensa Nacional contará con 93 mil 670 millones (un aumento de 11.3%), en tanto que la UNAM, la UAM, el Cinvestav y el Colmex tendrán recortes que van del 6.3% al 8.4% y el Conacyt del 12.6%. Y mientras el sector energético contará con un aumento de 961%, a Medio Ambiente y Recursos Naturales, que debería ser una prioridad, se le cortarán, una vez más, recursos en un 32.1%.

Está muy bien que Roma se exhiba en Los Pinos gratuitamente, pero si al mismo tiempo al Centro de Capacitación Cinematográfica, a los Estudios Churubusco y al Imcine se les sigue recortando el presupuesto, la anhelada democratización se convierte en demagogia.

El arte no es un lujo sino “un asunto de salud pública”. ¿Será posible que la idea de Diego Rivera aterrice en el Congreso antes de que se apruebe el presupuesto para 2019?

adriana.neneka@gmail.com

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