La utilización de duchas vaginales se ha extendido últimamente bajo creencias como que la vagina es una zona que ha de mantenerse limpia de forma especial o que realizar estos lavados previene de infecciones. Pero las duchas vaginales tienen múltiples riesgos.

La ginecóloga del Hospital Vithas Rey Don Jaime, España, la doctora Sandra Ortega Wilkes define las duchas vaginales como "el lavado mediante irrigación de agua o diferentes soluciones en el interior de la vagina" y, según confirma, "no están recomendadas para uso diario, solamente en situaciones especiales".

"No se recomienda el uso de la ducha vaginal para la higiene diaria. El cuerpo naturalmente elimina sustancias y limpia la vagina", avisa la ginecóloga. Además, realizarse una ducha vaginal después de las relaciones sexuales "no previene el embarazo ni enfermedades de transmisión sexual", desmiente la doctora Ortega.

Pero, en efecto, "algunas mujeres creen sentirse más limpias al utilizar duchas vaginales después de la regla o de cada relación sexual", continúa la doctora Ortega, que, asimismo, comenta lo accesibles que son estos preparados.

"La mayoría de las duchas se venden en farmacias como mezclas, previamente preparadas, de agua y vinagre, bicarbonato de sodio o yodo", indica la experta. Son también fáciles de utilizar.

"Las presentaciones disponibles son frascos con diferentes soluciones con una cánula perforada que se introduce en la vagina y, al ejercer presión en el frasco, la solución se libera en la vagina ", especifica la ginecóloga del Hospital Vithas Rey Don Jaime, que agrega que "son monodosis, de usar y tirar y de autoaplicación".

Según la doctora Ortega, la costumbre de utilizarlas después de cada menstruación o de cada relación sexual "elimina la flora vaginal normal que es la protección natural de la vagina; son bacterias 'amigas' o 'buenas' que viven en nuestro cuerpo y lo ayudan a mantener un pH adecuado para no contraer infecciones", indica la experta.

"Al contrario de lo que piensan las mujeres que utilizan a diario duchas vaginales con intención de limpiar la vagina para eliminar el riesgo de infecciones, su uso aumenta el riesgo de padecerlas", resume la doctora Ortega.

Además de aumentar el riesgo de contraer infecciones , si se utilizan las duchas durante una infección vaginal sin diagnosticar, es posible exacerbarla. "Si durante el transcurso de una infección vaginal no diagnosticada se utilizan duchas vaginales, es posible empujar las bacterias provocando una infección más alta, en el útero, en las trompas de Falopio y en los ovarios", manifiesta la doctora Ortega. Todo ello "ocasionando una enfermedad pélvica inflamatoria (EPI)", continúa la ginecóloga, que matiza que la EPI es "un problema de salud grave".

Por otra parte, la doctora Ortega manifiesta que el pH fisiológico de la mujer en edad fértil varía entre 3.8 y 3.2. "Los bacilos de Döderlein, mediante su secreción de ácido láctico, mantienen la acidez del medio evitando el crecimiento de bacterias patógenas", continúa la experta del Hospital Vithas Rey Don Jaime.

Pues bien, "la ducha vaginal barre estos agentes protectores, por lo que el pH aumenta favoreciendo el crecimiento de la gardnerella vaginalis o vaginosis bacteriana, que conlleva un flujo con olor fétido, y cándida o candidiasis", avisa la doctora Ortega.

Las duchas vaginales incluyen más riesgos. La falta de bacilos de Döderlein también implica "inflamación y sequedad vaginal", alerta la experta. Por último, las duchas vaginales también puede causar problemas durante el embarazo, "como parto prematuro o embarazo ectópico", comenta la experta.

RECOMENDADAS ÚNICAMENTE EN ALGUNOS CASOS

La doctora Ortega especifica que los especialistas únicamente recomiendan las duchas vaginales "como opción de tratamiento en vulvovaginitis y/o cervicovaginitis". Son las que contienen ácido láctico y el objetivo es "restaurar y mantener las condiciones fisiológicas del entorno vaginal", explica la experta.

Por otra parte, "otra indicación es como coadyuvante a los procesos de reepitelización como láser o crioterapia o previo a intervenciones vaginales, como conización cervical o prolapsos por vía vaginal", agrega la ginecóloga.

Por último, la doctora Ortega recuerda que "cualquier olor fuerte, flujo abundante de características distintas a las habituales, como muy espeso, muy líquido o verdoso y/o irritación es un síntoma para consultar al ginecólogo".

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