A lo largo de las últimas décadas se ha generado un aumento preocupante a nivel mundial en las enfermedades metabólicas como diabetes. Esto es reflejo del estilo de vida moderno, caracterizado por dietas poco saludables, exceso de sedentarismo y altos niveles de estrés.
Dentro de este contexto surge el síndrome metabólico: un conjunto de alteraciones clínicas que, al desarrollarse al mismo tiempo, incrementan de manera considerable el riesgo de padecer condiciones como diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, señala la Dra. Ana Cecilia Uribe Wiechers, endocrinóloga y especialista en diabetes y metabolismo del Centro Médico ABC.
En México, este problema adquiere dimensiones alarmantes, ya que se estima que más del 40% de la población vive con síndrome metabólico. Incluso algunos estudios reportan una prevalencia cercana al 57%. Esto significa que millones de personas tienen un riesgo elevado para su salud.

El síndrome metabólico es una entidad clínica compleja y multifacética. No se considera una enfermedad en sí misma, sino un concepto clínico que integra las anormalidades resultantes de una exposición prolongada a un balance energético positivo y a un tejido adiposo disfuncional. Esto se traduce en múltiples factores de riesgo cardiovascular que se presentan en conjunto y tienden a potenciarse entre sí en un mismo individuo.
Entre los principales componentes del síndrome metabólico se encuentran:
Cada uno de estos factores representa un riesgo para la salud; sin embargo, cuando aparecen simultáneamente, el peligro se multiplica. Así, la probabilidad de desarrollar un infarto, un evento cerebrovascular, insuficiencia cardíaca o diabetes mellitus aumenta de forma considerable.
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La Dra. Uribe advierte que esta condición es progresiva. Al inicio pueden presentarse alteraciones leves, como un ligero aumento en glucosa o triglicéridos. Con el tiempo, estas variaciones se consolidan, lo que da lugar a hipertensión, diabetes y complicaciones graves.
En México, el problema es aún más crítico debido a la alta prevalencia de obesidad y sobrepeso, lo que coloca al país entre los de mayor riesgo a nivel mundial.
El origen del síndrome metabólico es multifactorial y la genética juega un papel importante. Algunas personas nacen con predisposición a acumular grasa de forma disfuncional o a desarrollar resistencia a la insulina. Sin embargo, los hábitos de vida son los principales detonantes.
Una alimentación rica en azúcares, grasas saturadas y ultraprocesados, combinada con sedentarismo, genera un exceso de energía que se acumula primero en la grasa subcutánea, después en la visceral del abdomen, y finalmente se infiltra en órganos como hígado, corazón o vasos sanguíneos.
La grasa visceral es altamente inflamatoria y libera ácidos grasos y sustancias tóxicas que alteran el metabolismo, favoreciendo la aparición de dislipidemia o hipertensión.
Los principales factores de riesgo son:
Es fundamental realizar revisiones médicas periódicas, incluso sin síntomas, enfatiza la Dra. Uribe. Toda persona mayor de 35 años debería hacerse chequeos frecuentes, y en caso de antecedentes familiares o factores de riesgo, hacerlo con mayor regularidad.
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El diagnóstico del síndrome metabólico se basa en cumplir al menos tres de los siguientes cinco criterios, según la clasificación ATP III:
El síndrome metabólico puede desencadenar diversas complicaciones que afectan la calidad y la expectativa de vida, como:
La Dra. Uribe enfatiza que no debe hablarse de “revertir” el síndrome metabólico, ya que los factores genéticos no se pueden modificar. Sin embargo, sí es posible controlarlo y reducir riesgos con cambios sostenidos en el estilo de vida y apoyo médico.
El tratamiento se basa en tres pilares:
Más allá de buscar una “cura”, el objetivo es controlar los factores de riesgo modificables y mantener una vida lo más saludable posible.
Estos cambios reducen complicaciones, mejoran la energía y el bienestar, y se traducen en una mejor calidad de vida.
El síndrome metabólico es una amenaza silenciosa que afecta a millones de personas. Su detección oportuna es un aviso anticipado de que el cuerpo está en riesgo de desarrollar enfermedades crónicas graves.
En el Medicina Interna del Centro Médico ABC se cuenta con el personal especializado para la prevención, diagnóstico y tratamiento de todo lo relacionado con el síndrome metabólico.
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