Astrónomos

han observado directamente el magnetismo en uno de los objetos cósmicos más estudiados: los restos de la supernova 1987A (SN 1987A ), una estrella moribunda que apareció hace más de 30 años.

La detección proporciona información sobre las primeras etapas de la evolución de los restos de supernova y el magnetismo cósmico dentro de ellos.

"El magnetismo que hemos detectado es aproximadamente 50 mil veces más débil que el imán de una nevera. Y hemos podido medir esto desde una distancia de alrededor de 1,6 millones de billones de kilómetros, comentó el profesor Bryan Gaensler, director del Instituto Dunlap para Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Toronto, en Canadá".

"Ésta es la detección más temprana posible del campo magnético formado después de la explosión de una estrella masiva", apunta la doctora Giovanna Zanardo, del Centro de Investigación de Radioastronomía de la Universidad Curtin y la Universidad de Australia Occidental.

SN 1987A fue co-descubierta por el astrónomo Ian Shelton de la Universidad de Toronto en febrero de 1987 desde el entonces Observatorio Sureño de la Universidad de Toronto en el Norte de Chile. Se encuentra en la Gran Nube de Magallanes , una galaxia enana compañera de la Vía Láctea, a una distancia de 168 mil años luz de la Tierra. Fue la primera supernova a simple vista que se observó desde que el astrónomo Johannes Kepler presenció una supernova hace más de 400 años.

En los 30 años transcurridos desde que se produjo la supernova, el material expulsado por la explosión, así como la onda de choque de la agonía de la estrella, han estado viajando hacia afuera a través del gas y el polvo que rodeaban a la estrella antes de que estallara. Hoy, cuando miramos el remanente, vemos anillos de material encendidos por los desechos en expansión y la onda de choque de la supernova.

Un campo magnético con cierto orden

Utilizando la matriz compacta del telescopio australiano en el Observatorio Paul Wild, Gaensler y sus colegas observaron el campo magnético estudiando la radiación que provenía del objeto. Al analizar las propiedades de esta radiación, pudieron rastrear el campo magnético, como se detalla en un artículo publicado en la edición de este viernes de 'Astrophysical Journal'. "La imagen muestra cómo sería si pudieras rociar limaduras de hierro sobre la nube de escombros en expansión, a 170 mil años luz de distancia", dice Gaensler.

Lo que encontraron fue que el campo magnético del remanente no era caótico, sino que ya mostraba un cierto grado de orden. Los astrónomos han sabido que a medida que los remanentes de supernova envejecen, sus campos magnéticos se estiran y alinean en patrones ordenados. Entonces, la observación del equipo mostró que un remanente de supernova puede poner orden en un campo magnético en el relativamente corto periodo de 30 años.

Las líneas de campo magnético de la Tierra corren de norte a sur, lo que hace que una brújula apunte a los polos de la Tierra. En comparación, las líneas de campo magnético asociadas con SN 1987A son como los radios de una rueda de bicicleta alineada desde el centro hacia afuera. "A una edad tan joven, dice Zanardo, todo en el resto estelar se mueve increíblemente rápido y cambia rápidamente, pero el campo magnético se ve bien ordenado hasta el borde del caparazón".

Gaensler y sus colegas seguirán observando el remanente en constante evolución. "A medida que continúa expandiéndose y evolucionando, subrayó Gaensler,, veremos la forma del campo magnético para ver cómo cambia a medida que la onda de choque y la nube de escombros se topan con material nuevo".

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